Tan
pronto se traspasa la entrada, el ánimo del visitante queda prendido e
impresionado, desde que posa sus ojos sobre el gran cuadro, -frente por
frente-, que es una ventana volcada a lo más profundo e intrincado de la selva,
a la “floresta encantada”, que es como los brasileños denominan a esta
fascinante parte de la Amazonia caribeña, según explica Eduardo Marco, (Porto
Alegre, Brasil, 1979), artista que ha encontrado en la fotografía la técnica más
adecuada a sus talentos y ansias creativas de expresión plástica.