sábado, 9 de junio de 2012

048.06* GERARDO PITA. OBRA NUEVA. GALERÍA LEANDRO NAVARRO. Amor de Dios, 1. Madrid





Como ha escrito el poliédrico crítico británico de arte , John Berger, “lo visible ha sido siempre y sigue siendo la principal fuente de nuestro conocimiento del mundo; nos orientamos por lo visible”, que tiene como corolario el reconocimiento de que, quizás hoy más que nunca, todavía se necesitan imágenes para pintar un cuadro.


Esta evidencia no solo justifica el posicionamiento de los pintores realistas, ante la materialidad del objeto que pretenden representar en el lienzo, sino que también indica que tal opción presenta mayor coherencia intelectual, en relación a la pretensión de querer plasmar en el cuadro, mediante la manipulación de elementos físicos, ideas y sentimientos de índole estrictamente metafísico e inaprensible, salvo que se recurra a la axiomática formulación de: “el arte por el arte”, consignado por el pensamiento postmoderno.

Lo cierto es que, la reproducción realista, debe incluir una interpretación y una valoración artística del tema, por lo que la representación pictórica de un mismo objeto, hecha por distintos artistas, será apreciada en cada obra más a tenor de la constatación de las diferencias interpretativas percibidas, que por los elementos comunes idénticamente valorados por los creadores.

Y decimos creadores, pues todo acto de interpretación mimética de una realidad, por tangible  que esta sea, debe ser un acto creativo, que va más allá de la simple copia del modelo: pintar lo que no se ve.

Georgina O’Keeffe, la pintora de las flores, en cuyas representaciones se las reconoce reproducidas con el mínimo detalle, pero al mismo tiempo se las visualiza con su carga representacional del órgano sexual femenino, efecto claramente perseguido por la autora en su acción creadora, dejó dicho que: “Nada es menos real que el realismo. Los detalles son desconcertantes. Sólo por medio de la elección, la omisión y la acentuación avanzamos hacia el verdadero significado de las cosas”.

Valga este prolegómeno para hablar de la “Obra Nueva”, que Gerardo Pita, (madrileño de ya larga carrera y consolidado prestigio, que expone sus obras en Madrid, Barcelona, Londres y Nueva York, así como en otras importante ciudades de Estados Unidos y Japón), presenta en esta sólidamente acreditada Galería, que es la de Leandro Navarro.

Porque lo que vale en la obra de este artista no es el objeto representado, en sí un trampantojo que los pintores Zeuxis y Parrasio hubieran querido saber pintar, sino la diferencia que supone la elección del modelo, la omisión de detalles y la acentuación de determinadas perspectivas y enfoques, que le dan al cuadro una nueva dimensión, de forma tal que aun estando pintados con precisión “fotográfica”, no solo engañan al ojo, sino también burlan a la capacidad perceptora de la psique, que pasa a percibir, no unas madejas de hilo o lana, no unas redes de pescar colgadas o amontonadas en el muelle, no una enramada en primavera u otoño, no una vista aérea de Minas de Riotinto, no unos encofrados,…, sino sendos cuadros que cualquier pintor abstracto querría firmar.

Esta particularidad creadora, la fineza y precisión en la ejecución material del cuadro, su virtuosismo en el dibujo y en el detalle, la elección, el empleo y matización de los colores, la composición formal y cromática, mediantela aplicación de los nuevos procedimientos que este artista investiga, dotan a estas obras de un magnetismo, que impelen a observarlas con deleitación, tanto dejando espacio para la perspectiva, como en la cercanía, para contemplar lo minucioso de su prolija estructura formal.

Sin dejar de valorar los bodegones en su impecable ejecución, nos paramos ante dos dibujos de exquisito y limpio trazado, donde la capacidad del artista causa asombro, tanto por la perfección del dibujo, como por el espacio atrapado en los mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario