domingo, 30 de diciembre de 2012

059.12* DAVID PAQUET. FONDO MARINO Y HUMANO. GALERÍA AMADOR DE LOS RIOS. Fernando El Santo, 24. Madrid






Este artista plástico, que consolidó su posición, en el panorama pictórico español de los pasados inmediatos años noventa, con su cuadro “Minotauro Cósmico”, obra que sirvió como referencia de la representación de los mitos clásicos en los años finales del siglo XX, (en el trabajo de José María Blázqez Martínez, de la Real Academia de la História), presentó sus últimas realizaciones bajo el título de “Fondo Marino y Humano”, compuestas por obras formalmente hiperrealistas, bajo el novedoso concepto de “Superrealismo”.


David Paquet, nacido en Toulouse, en 1964, desembarca en Madrid en 1989, donde vive desde entonces, lo que le brinda la oportunidad de tomar contacto directo con la provocadora “Movida Madrileña” y conocer allí  a algunos de sus protagonistas, como el fotógrafo Pablo Pérez Mínguez, el cantante y artista plástico Fabio (Fanny) MacNamara y el productor musical Miguel Ángel Arenas, -con el que colaboró en la creación de la productora Legende-, entre otros.

Retratista de personajes tales como Alejandro Sanz, Pablo Pérez Mínguez, Andrés Pajares, Gustavo Villapalos, Manuel de Gotor, etc., Paquet ha desarrollado una intensa labor artística, sólo y en colaboración de otros creadores de diversas disciplinas, como lo hizo con el diseñador Lorenzo Caprile o con su ya mencionado amigo Pérez Mínguez, con quién, entre otras cosas, colaboró en la exposición que realizó, en esta Galería, el pasado año de 2011.

Su afinidad con el arte de la fotografía no es casual ni baladí, ya que el artista basa sus realizaciones pictóricas en modelos fotografiados, que le sirven de bocetos, mediante una cuidada iluminación, fundamentada en la luz blanca, al objeto de poder apreciar en su totales dimensiones, aspectos y coloraciones las figuras y objetos, que le permiten referencias muy precisas de las estructuras físico-anatómicas de los modelos.

A este respecto dice Paquet: “La relación entre arte y superrealismo, radica en la captación o invención del instante, seguido del desarrollo y de la recreación de los escenarios, el teatrillo casi improvisado de las fotos con mis amigos posando de modelos, ayudándome a exagerar en exceso la realidad para mis obras”…”mis paseos por los acuarios, cámara en mano, captando segundos mágicos, en los que los peces desfilan para mí, constituyen la base de los bocetos de mis obras, seguido por el dibujo y construcción de las obras confiadas a la creatividad, disciplina y al azar, que siempre hace bien las cosas en estos asuntos”.

Dice también en su proclama: “La sociedad moderna, moviéndose a alta velocidad, nos ofrece infinitas combinaciones de posibilidades, engendrando constantemente instantes superrealistas; son realidades superlativas,.., dejando sentir la tranquila fuerza del funcionamiento del Universo”. Todo ello constituye para Paquet la gran motivación, cual es la de encontrar o crear situaciones superrealistas, lo que le permite plasmar metafóricamente en sus cuadros “los excesos de realidad”.

Declara el artista que, en un momento determinado de su frenética actividad existencial, y, tras el estudio, meditación y asimilación de distintos pensadores y místicos contemporáneos, volvió su vista hacia el interior de su consciencia, re-descubriendo entonces “la poderosa y llamativa fuerza de la creatividad”.

Adquirió así unas nuevas capacidades perceptivas que le permiten apreciar situaciones coyunturales anecdóticas que “por muy excéntricas y atípicas que parezcan, no llegan a ser alucinaciones ni delirios, solo están fuera del desarrollo normal de lo esperado, rompiendo lo preestablecido en el curso ordinario del momento, una evolución en el instante, en plena lucidez, por estar ocurriendo en la realidad consciente del momento”.

Posicionamientos antitéticos al predicado por los surrealistas, que fiaban la realización del arte al inconsciente  y a cualquier actuación mecánica, que fuera  ajena a un control racional.

Formalmente, sus cuadros son de una gran precisión y minuciosidad en el dibujo, que procede de la traslación del boceto fotográfico al lienzo;  colores luminosos, abigarramiento de detalles compositivos, que recuerdan sus primeras obras, a modo de mandalas, con fuerte impronta del arte budista o hindú y aplicación de procedimientos personales, para la expresión pictórica de calidades.

¿Nos hallamos ante el interrogante nacer de un nuevo movimiento artístico? O ¿Es sólo un intento de originalidad sin otro fundamento esencial?

He aquí un dilema que el tiempo ha de dilucidar. Pero merece la pena, sin embargo, prestar atención a este intento discursivo , que introduce en el mundo de la pintura, en el cual parece haberse cumplido el fukuyamaniano aserto del “fin de la historia”, una nueva filosofía que  puede venir en auxilio de una re-vitalización del decaído, -que no decadente, pero si carente de asertivilidad-, universo de la figuración, en el heterogéneo panorama de esta postmodernidad, en la que, en una huida hacia adelante o  en una muestra de in-solercia e incapacidad, los artistas repiten los paradigmas de unos informalismos obsoletos y manidos, amparados en el indemostrable principio, de que lo sustancial es la idea y el proceso y lo accidental la mímesis de la obra, cuando lo sustancial en cualquier arte es su capacidad de comunicación.

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