lunes, 14 de enero de 2013

062.01* XXVII PREMIO BMW DE PINTURA . CASA DE VACAS. Parque del Retiro. Madrid



  
Manifestando, por nuestra parte, el máximo respeto por la decisión del Jurado de esta vigesimoséptima edición del Premio BMW, hemos de decir que, en nuestro sentir, ha actuado poniendo una vela a Dios y otra al Diablo, como asevera el aforismo.


 Lo decimos porque, así como cuando enjuiciamos el anterior certamen señalábamos no entender el premio concedido a un pintura totalmente abstracta, ahora tenemos que admitir que el cuadro “Sigfrida”, ( mixta, 180x195), del joven -y ya muy galardonado- Albano, si bien presenta rasgos más abstractos que expresionistas, es sin dudarlo figurativo, como cuadro que, o bien pertenece a su expuesta colección “Sueños Valquíricos” o es una directa derivada de aquella, y más concrétamente de la tabla “Vahalla”, con algunos más raspados y veladuras.

A “Sueños Valquíricos” la conceptuamos, en su momento, como una interesante y novísima interpretación del paisaje, (del desierto de Sonora para ser más precisos)  y de los saguaros que pueblan su flora. En tal juicio nos afirmamos. También la melopeya pictórica desarrollada, en el empleo de su “Verde Albano” junto con el blanco, se nos hizo reseñable: Todo ello, aunque sometido a cierta deconstrucción, lo encontramos en el cuadro ganador del Premio de este año.

Así pues, que el cuadro tiene méritos objetivos para el galardón no nos parece muy discutible, pero debemos reparar en que se está premiando una obra, o bien ya vista y expuesta, o bien una “auto-copia” de obra ya vista o expuesta, y consideramos que, un certamen de la altura del Premio MMW, debe exigir, cuando menos, al pintor concurrente al mismo, un mínimo esfuerzo de creación, un paso más adelante sobre lo que ya tiene premiado o valorado en otros certámenes o en exposiciones al público.

Pensamos que al pintor joven se le hace flaco favor, cuando al galardonarlo parece que se quiera premiar a toda una carrera, siendo así, por el contrario, que se le debería espolear para que su auto-exigencia artística escalase hacia la grandeza y no hacia la elación y la complacencia.

Albano puede y debe afanarse en sacar todo el potencial que posee. La obra “Sigfrida” no amerita tal esfuerzo.

 Puestos a votar nos inclinaríamos por “Brujos en el aire”, (Mixta, 185x140), del gaditano José Carlos Naranjo, cuyos antecedentes referenciales los encontramos en obras de su reciente colección de “Caprichos y Disparates”, por sus impactantes y potentes valores plásticos y expresivos, que introducen al espectador en un inquietante mundo de huida hacia la oscuridad.

O quizás elegiríamos “Despidiendo el invierno”, (Óleo, 140x195), de la malagueña Paula Varona, por su compleja simplicidad o por su complejidad simplista; cuadro bien compuesto, en el que se desarrolla toda una teoría de proxémica y kinesia, combinando la placidez horizontal de las sombras sobre la albura, con el inquietante vértigo que causa la perpendicularidad y reiteración, hasta perderse en el horizonte, de las figuras que las proyectan.

O quizás “Estructura especular”, (Óleo, 175x125), del catalán David Casals Moreno, por su impecable ejecución y poesía. O quizás la sencilla estética del arte chino o japonés desarrollada en “Niebla”, (Acrílico, 160x122), del barcelonés Ricard Chiang Martín…

Dicho lo cual hemos de manifestar que la exposición, en su conjunto, es, una vez más, una completa y excelente muestra del la actual pintura figurativa española, en la que se han colado cuatro obras abstractas, que pululan por las salas como almas en pena.

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