lunes, 10 de junio de 2013

078.06* DETLEF KAPPELER COSTA DA MORTE CASA DE GALICIA. Casado de Alisal, 8. Madrid



Nacido en la Alemania de la anteguerra, Detlef Kappeler, (Stettin, -hoy Szczecin, Polonia-, 1938), es un pintor alemán, que ha ejercido el magisterio en la Facultad de Arquitectura de Hannover, y tiene sobre sí una larga carrera artística de más de cincuenta años, siempre dentro de las artes pláticas.


Desde hace unos años, este teutón ha elegido a Mugía, -antiguo reino germánico que los suevos asentaron-, en plena Costa de la Muerte gallega, con sede y taller donde fortalecer su arte, al amparo de los sonidos del mundo, pero cercano a los sonidos de la mar brava, que agitan en su alma viejas remembranzas e imágenes, enraizadas en su atormentada niñez entre bombardeos y huidas, y sentimientos recónditos, que afloran en contacto con la memoria atávica, aportándole el aliento de la poesía épica.

Tras una etapa en la que desarrolló una estética pop, siempre en términos de protesta contra las guerras, pasó a interpretar sus figuras introduciendo un leguaje expresionista y gestual, que finalmente desembocó en un formalismo entre abstracto y figurativo, con imágenes que emergen de las masas de color, formando al tiempo parte de ellas en un fundido irreversible.

Composiciones normalmente basadas en una línea  diagonal, que tensiona la fuerza del cuadro y en la que se soporta el “dramatis vigor” de la narración de la idea expresada, dentro de su personal poética. Sus cuadros son explosiones de color y dibujo, con las que hace denuncia del dolor y de la adversidad que acechan al humano.

Su pintura forma parte de una tendencia, que se consolida en esta postmodernidad, en la que, p. e., se pueden incluir, “mutatis mutandis”, al mejicano Barberá Durán, al español Molina Montero y al cubano Calos Boix, -de los que ya hemos tenido oportunidad de hablar-, en cuyas obras el dibujo y el color se combinan en un aparente entropía, pero que cuentan historias que acontecen en el drama humano, con una impactante plasticidad, que sacude al espectador, haciéndole salir de su ensimismamiento.


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