viernes, 26 de mayo de 2017

164.03** LA REVOLUCIÓN IMPRESIONISTA. II.- EL IMPRESIONISMO



                                                                    Edouard Manet

LA REVOLUCIÓN IMPRESIONISTA
II.- EL IMPRESIONISMO

A lo largo de las ocho míticas exposiciones que realizó el grupo de pintores impresionistas entre 1874 y 1886, la concepción tradicional de la pintura sufre una transformación radical e histórica.

Cuando en 1886 se celebró la octava y última muestra en la galería del marchante Paul Durand-Ruel, los críticos y el público comienzan a asimilar las novedades estilísticas, inicialmente escandalosas y rechazadas, que aportan estos pintores impresionistas, que ya comienzan a gozar de cierta fama y notoriedad y buena fama.


Pero es cierto que, a partir de ese momento, los pintores impresionistas, tanto los del grupo inicial de 1874, como,- y sobre todo-, los de la última incorporación, van evolucionando hacía diversas actitudes y praxis pictóricas distintas y divergentes, todas las cuales vienen a ser los pórticos de entrada a las distintas vanguardias, que se manifestarán en los primeros años del siglo XX.

Es por ello que el Impresionismo viene a suponer un nuevo Renacimiento, que a partir de la transformación de la pintura tradicional, inaugura y pone las bases a un naciente periodo de esplendorosa creatividad, que transformará el devenir del arte plástico, instaurando otros valores y maneras de hacer y entenderlo, los cuales superan o derrumban aquellos que habían sostenido al arte tradicional.

No obstante, tanto los simbolistas, como los de la Escuela de Barbizón, como otros académicos no adscrito, intentaron asumir el reto de, a su manera, plasmar en sus lienzos la modernidad, pero ciertamente lo hacen sin llegar a romper el fuerte vínculo que los ligaba al canon imperante. Con ellos convive el Impresionismo e incluso de algunos de ellos toma los gérmenes y la inspiración de sus nuevos y rupturistas  planteamientos teóricos y estéticos.

En un principio, lo que se llamó después Impresionismo estaba ligado a un grupo disperso de artistas sin identificación propia, considerados por la opinión experta y por el gran público, como artistas radicales y descarados al alejarse sustancialmente de las normas que la Academia tenía impuestas y por ello eran rechazados años tras año por el Salón, lo que les impulsó a organizar exposiciones de pintores independientes del circuito institucional de la Academia.

El interés fundamental de este grupo de pintores era registrar impresiones, capturar la luz, las sensaciones y la fugacidad del instante. Pero no fue hasta 1874, en el estudio del fotógrafo Nadar, al margen del Salón oficial, cuando a raíz de la mítica primera exposición del grupo de pintores formado, entre otros, por Cézane, Degas, Monet, Morrisot, Pissarro, Renoir y Sisley, se acuñó el nombre de Impresionistas, derivado de un cuadro que Monet, presentó en esta exposición, titulado “Impression. Soléil levant”.

Pintar de forma impresionista significa, para el pintor impresionista, representar en el lienzo lo visto con los propios ojos, la realidad tal y como aparece ante la mirada del artista. Todo ello captado a “plein air”. Contraponer a lo determinado que tiene el realismo,  a lo fragmentario de su lenguaje formal, lo continuo e indefinido, la inestabilidad y el cambio perpetuo, con lo que no cabe la posibilidad de ofrecer una visión exacta y realista de esa realidad. De ahí las formas imprecisas, el toque distendido y la incertidumbre tonal.

Los impresionistas buscan, en la naturaleza, lo inasible, lo inestable y lene, sin dar solidez lineal a las estructuras arquitectónicas representadas y, en el campo abierto, plasmar las atmósferas transparentes y las luces claras. Tienen especial interés por los rasgos dinámicos de la realidad, en la que se pueden observar cambios rápidos, transformaciones y movimientos, luces,  colores y sombras luminosas logradas con colores complementarios, poniendo de manifiesto cómo la apariencia cromática de un objeto cambia según la iluminación, por lo que, para ellos, el tema elegido como modelo tiene una relativa importancia.

Todo ello, como el propio Cézanne dijera, captado con un ojo sensible e inquisidor, que penetra con certeza y sinceridad en la esencia de las cosas sin más intermediario que su propia sensibilidad. Así pues, el Impresionismo es sobre todo observación, pero una observación emotiva y emocionada de la naturaleza, transportada al lienzo a través de colores puros y luminosos en una gama más sencilla que la que utilizaban sus coetáneos; colores aplicados en pinceladas yuxtapuestas, que conforman una determinada textura matérica de toques de color, con relegación al mínimo del pigmento negro.

Entre los precursores de esta revolución, destaca Ëdouart Manet (1832-1983), que aparece como líder natural de los impresionistas, sin embargo, paradójicamente, nunca expuso con ellos y siempre intentó ocupar un lugar destacado en el Salón de París, en donde presentaba sus creaciones, conjugando su revolucionaria modernidad con su apego a la tradición.

En torno a Manet, indiscutible maestro de todos ellos y en el barrio parisino de Batignolles, -en donde vivían gran parte de los mismos-, se reúne un grupo de estos jóvenes artistas con ideas innovadoras, como Pierre-Auguste Ronoir (1841- 1919), Frédéric Bazille (1841- 1870) y Claude Monet (1840- 1926), acompañados de Émile Zola (1840-1902), que escribió por aquel entonces que se reunían “ en torno al pintor vilipendiado por el público, formando un frente común de pintores y escritores que lo reivindican como maestro”.

A pesar de ello, Manet, -como se ha dicho-, nunca se implicó de forma definitiva con el impresionismo y consiguió triunfar en el Salón con obras de corte político convencional, a diferencia de los impresionistas. Nunca Manet empleó las pinceladas yuxtapuestas de matices puros, que aplicaban sistemáticamente sus compañeros y amigos. Esta circunstancia diferencial y el hecho de emplear el color negro, es lo que marca la separación estilística de Manet con respecto a la pintura impresionista, pero retuvo de ella la impresión de inmediatez de la visión de la realidad.
                                   Claude Monet

Tras de Manet hay que destacar a Claude Monet, impresionista puro, maestro de los reflejos y de las variaciones de luz y del agua. Monet constituye el auténtico promotor de la nueva revolución impresionista, a la que siempre se mantuvo fiel sin vacilaciones ni desánimos.

Con dieciocho años marchó a Paris, en donde se sintió interesado por los paisajes de Corot y Daubigny. En la Académie Suisse se encontró con Camille Pissarro. En 1862, tras su obligado servicio militar en Argelia, retorna a Paris y, en la Escuela de Bellas Artes, conoce a Renoir, a Sisley y a Bazille, con quienes traba una entrañable amistad. Con ellos se desplaza al Bosque de Fontainebleau, cerca de Barbizon, para pintar sus paisajes, pudiéndose afirmar que, por aquellos tiempos, el arte de Monet alcanza ya su madurez, lo que se traduce en la ejecución de grandes obras, dentro de la corriente post courbetiana que Edouard Manet representaba. En 1869, pintando con Renoir el pintoresco tema de La Grenouillè, en Bougival, convinieron ambos en aplicar a sus respectivas obras la técnica por ellos concebida y que recibiría con posterioridad el nombre de Impresionismo.

Fijada su residencia en Argenteuil, acompañado, en 1872 y 1874, por Renoir, Caillebote y Pissarro el grupo dedica su atención a la fijación de normas y procedimientos de los que será llamada la pintura impresionista. De casi todos los que adoptaron aquella técnica pictórica,  incluido el finísimo pintor que fue Sisley, se conservan espléndidas vistas fluviales pintadas entonces. Pero fue el maestro de aquella escuela Monet que se distinguió entonces desarrollando aquella actividad iniciática, que no abandonaría en toda su vida

Pierre-Auguste Renoir, frente a la fuerza de Monet, se manifiesta como un artista más sensual, más delicado en sus retratos, quizás por las sutiles irisaciones de su paleta veneciana, que a pesar de su vinculación total al impresionismo es  continuador del eterno clasicismo, prefiriendo las escenas con personajes y el retrato, al paisaje puro.                                      Pierre Auguste Renoir

En 1862, conoce a Monet, Sisley y Bazille con los que traba una fuerte relación de amistad y pintan en Fontainebleau en donde conoce a Daubigny  del que recibe fuerte influencia. Pero desde 1866 es la influencia de Courbet la que domina en sus obras de aquella época y ya en 1869, junto a Renoir, estable las primeras pautas del impresionismo, a cuyos principios se mantuvo fiel hasta la última exposición, en 1886, de los impresionistas, en la que ya no participó.

Por su parte, Alfred Sisley (1839- 1899) destaca por su gran rigor compositivo. Se mantuvo tan fiel como Monet, , a la técnica del impresionismo, siendo uno de los que se adhirieron a ella desde sus comienzos. Sin embargo a pesar de haberse valido siempre de la técnica impresionista, nunca se alejó de la línea fijada por Corot y Daubigny.

Berthe Morisot (1841- 1895), que participó desde la primera exposición impresionista de 1874 en seis de las siete restantes, había tomado contacto con Manet en 1866 a través de Fantin-Latour. Había sido alumna del anciano Corot y concurrió asiduamente al estudio de Manet, casándose con su hermano Eugéne.  Berthe Morisot significa, además, el lugar que comienza a reclamar la mujer en el universo del arte y lo consigue.

Camille Pissarro (1830- 1903), posiblemente fue el que demostró más inquietudes entre los auténticos impresionistas y fue, sin duda, uno de los pintores más dotados con los que contó aquel grupo.

Hacia 1954 llega a Paris y se entrevistó con Corot, que inclinó su vocación hacia el paisaje, lo que hizo que siempre sintiera una gra inclinación hacia esta pintura. En la Academie Suisse conoció a Monet que le presento a sus compañeros, trabando con todos ellos una  firme amistad, pintando junto a ellos también en Bougival. Fue un entusiasta de las exposiciones de los impresionistas sin dejar de participar en ninguna de ellas.

Empleó pinceladas vermiculares o en forma de coma, dadas diagonalmente y acentuando todavía los efectos del colorido, mediante la diseminación, en el fondo del lienzo, de otra pinceladas breves que se entrecruzan, lo que constituye ya una técnica afín al divisionismo o puntillismo, lo que le llevó, una vez conoció a Signac y a Seurat, en 1885, a adherise a la escuela puntillista, que abandono en 1890, volviendo a la pintura estrictamente impresionista.

 Paul Cézanne (1839- 1906), que  aprendió junto a Pissarro lo que significaba el impresionismo, sintió pronto la necesidad de de romper con algunas de las reglas en que se basa este estilo. En Cézanne destaca la solidez estructural de los elementos de sus obras; su sentido constructivo, enfatizado por la plenitud de sus pinceladas, se pone de manifiesto de manera muy especial en sus bodegones y en su obra posterior. Su influencia en las vanguardias del siglo XX es decisiva.

Frente a la renovación estilística radical de Monet, Renoir o Cézanne, Edgar Degas (1834- 1917), admirador de Ingres, constructor del espacio y pintor de atmósferas, buscó lo instantáneo del movimiento en las luces cambiantes de los interiores. Amigo de Manet desde 1862, captura la estilística del clasicismo. Su modernidad se apoya en una estética fragmentaria más que en una pincelada vibrante o en la plenitud del lienzo, lo que le permite crear la ilusión de representar instantes de la realidad..

Participó en siete de las ocho exposiciones impresionistas, aunque no en todas sometida su participación a controversia, ya que no empleó la técnica pictórica de sus amigos los impresionistas debido a que vio que aquella innovación, al representar la luz mediante la disociación del color, suponía la abolición de las sombras y líneas que forman las figuras y él era un enamorados de la figura humana en la multiplicidad de sus actitudes y circunstancias, que anhelaba plasmar en el lienzo.

En la década de los cincuenta, emulando a Ingres o a Delacroix, realizó, con gran dominio de la composición cinco notables lienzos de asuntos históricos. La amistad que hacia 1862 trabó con Manet determinó que desde entonces se ocupara de temas solamente basados en la estricta interpretación de la realidad

Frédéric Bazille, muerto prematuramente en combate a poco de iniciarse la guerra franco-prusiana, está entre los componentes del grupo inicial de los que luego serían los pintores impresionistas. Salta a la fama dentro del impresionismo debido a su cuadro “L’atelier”, - Museo d’Orsay-,, que representa una visita de Manet al estudio del pintor, taller compartido con algunos de sus más íntimos compañeros. Figuran en este lienzo Renoir y Zola, el pianista y crítico Maître y Bazille, que con Monet muestra al visitante una obra de su autoría puesta en el caballete. Parece ser la alta y desgarbada figura de Bazille fue trazada por Manet en prueba de simpatía hacia el joven artista. Su muerte prematura supuso la pérdida de una figura muy significativa del impresionismo.

El estilo pictórico de Gustave Caillebotte (1848-1894), durante su breve vida, estuvo profundamente influenciado por sus colegas impresionistas, sobre todo por Renoir y Pissarro con los que  comparte el compromiso impresionista de "realidad óptica", empleando una paleta caracterizada por tonalidades pasteles y una pincelada suelta.  Al igual que Degas, por quien estuvo muy influido, Caillebotte se enfocaba en pintar la realidad, tal cual como existía y la visualizaba.

Otros pintores acompañaron a los mencionados más arriba en la casi heroica tarea de transformar la ética y la estética de la pintura, tal y como se venía concibiendo y desarrollando hasta esos momentos bajo los dictados de la Academia de Bella artes francesa. Destacaremos a Jean-Louis Forain, Armand Guillomin, Henri Rouart, Charles Tillot, Paul-Victor Vignon y Federico Zandomeneghi, a los que la historia ha querido poner en segundo término. Sirva esta mención como un homenaje a sus esfuerzos.

Otros, como Gauguin, Seurat, Signac, el mencionado Cézanne, Van Gogh y Tolouse-Lautrec serán motivo de estudio, como artífices básicos de Neo y Post Impresionismo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario