miércoles, 20 de febrero de 2019

190.12* JORGE GALLEGO . SILENCIOS . ANSORENA GALERIA DE ARTE. Alcalá, 52. Madrid






“Aparentemente las escenas de mis pinturas pueden parecer triviales, pero ahí radica su verdadera naturaleza, en la grandeza de lo puro, huyendo de cualquier artificio”, dice Jorge Gallego, (Montellano, Sevilla, 1980), de su pintura y de la etiología de la misma, radicada en su ideario vital y en su acervo conceptual.



Y es que, en efecto, como él mismo señala, en la medida que recoge en sus lienzos el modo en que habitamos el planeta, el cómo lo utilizamos, transformamos y lo cambiamos según nuestras propias necesidades, ahonda en la condición humana que trata desde diversos y distintos puntos de vista. Es esta visión antropológica de su arte la que da trascendencia a sus obras.

Pintura la suya de naturaleza realista, que se presenta bajo el título de “Silencios”, que están en sus lienzos en forma de elipsis, como indicativos de  la tensión sináptica, que el artista quiere establecer entre sus obras y el observador interesado por las mismas y que a ellas se acerca.

Tensión y lema diacrítico que deben servir de camino pautado, de clave hermenéutica para la mejor comprensión y disfrute del contenido conceptual y aún metafórico del cuadro, sobre el que sobrevuela un hondo relato lírico, basado en la ausencia de sonidos y palabras que alteren su reflexión.

Al silencio le acompaña, como complemento imprescindible de su narrativa, la luz, que se convierte en protagonista  de las escenas y con la cual el artista compone sus cuadros en diversas y diferenciadas tonalidades: paisajes en los que la radiante luz del “plaine air” descubre toda la gama de colores, que brillan como pueden brillar en los cuadros del más colorista de los machiaiolli o de los impresionistas. Cuadros bañados por la luz que los define.

Pero en otros la luz mana desde dentro del espacio pictórico, en forma de resplandores que iluminan interiores que se aparejan con los del mejor Hopper, sabiendo expresar y haciendo percibir la intimidad silenciosa y aún la melancolía que dimana de esos cerrados ambientes, de geometrías delineadas.

Y aún esos detalles de rincones que ofrece la naturaleza, sometida ora al velo delusorio de la niebla, ora a la oscuridad rasgada por un lene foco impreciso de luz, y que al “plasmar la no-realidad con el detalle y la apariencia de lo real, lleva la atención al terreno de los sueños y de este modo nos conectamos de nuevo con nuestra esencia de seres misteriosos”, como el pintor realista Ven der Linde señala, de forma tal que, cuando la técnica es considerada como un instrumento al servicio del espíritu , se logra la plenitud de la poesía y de la emoción, como es el caso.

Formalmente las pinturas de Gallego presentan una cuidada perfección técnica, gran oficio y dominio del dibujo, que descubren a un artista en posesión de una sólida formación, solercia y de un talento indudables, que se ponen a prueba en cada una de sus pinturas, dotadas de una personalidad remarcable y alejadas del tedioso sincretismo de  tantos pintores de esta postmodernidad.



BENITO DE DIEGO GONZALEZ
Miembro de las Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte

10/12/2018

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