viernes, 28 de octubre de 2011

020.10* MANUEL SANTIAGO MORATO. ELTEATRO DE SUS SUEÑOS. CENTRO CULTURAL LA VAGUADA. Madrid


“El Teatro de sus sueños” constituye  una oportunidad extraordinaria de contemplar y gozar el y con el arte figurativo de este señalado y consagrado pintor, pues recoge obras comprendidas desde los sus inicios de su carrera, allá por los años cincuenta del pasado siglo, hasta sus últimas realizaciones, cercanas a la abstracción, fechadas en los primeros años de la presente centuria, cuando la dolencia, que le ha perseguido durante toda su sacrificada vida, le ha imposibilitado seguir dando a la pintura española contemporánea más creaciones para su gloria.

A Dios gracias, su enorme obra, realizada durante más de medio siglo, quedará por siempre para nuestro deleite y el las generaciones venideras.

El extremeño Santiago Morato, (Los Santos de Maimona, 1934, pero asentado en Madrid), se inscribe en la generación de pintores que, procedentes en su mayoría de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, reinician el realismo español desarrollando la nueva figuración, con nombres tan señalados, como Manuel Alcorlo, Antonio López, Alfredo Alcaín o Guillermo Pérez Villalta, incorporando a la misma sus experiencias y aprendizajes en contactos con las corrientes pictóricas, que tenían por sede el post-vanguardista París de la postguerra existencialista.

Allí, en París, becado por el Gobierno Español, estudia a Toulouse-Lautrec y Vicent van Gogh, analizando fundamentalmente la influencia del dolor en sus obras, lo que luego expresará en sus cuadros, en escenas narrativas plenas de dramatismo y mordacidad.

Como artista postmoderno con altas cualidades y preparación, su obra sintetiza referencias, voluntarias, involuntarias y casi subliminales, a los grandes maestros de la historia del arte: Así el “surrealismo” contenido de El Bosco, las escenas cotidianas de Brueghel, las fantasías de Goya, el tratamiento del color de Chagall y la figuración de Balthus, pueden ser percibidas por el atento observador.

Santiago Morato es, categóricamente, pintor de personalidad exclusiva; su obra nace de sus propias convicciones y de su natural aptitud para la pintura y el dibujo. Su pintura trasciende la realidad, a la que contempla desde el interior de su alma. Sus cuadros son como improntas que la mirada sensorial ha dejado en la psique del artista.

Sus temáticas más que sueños son ensueños, en los que el pintor se sumerge, para hacer emerger después lo que va descubriendo en un proceso introspectivo, para irlo plasmando en el lienzo o en el papel.

Estos ensueños se concretan en escenas teatrales de un universo dramático, en donde la tragedia y la comedia están simultáneamente presentes y la ironía cataliza el íntimo dolor de los personajes que lo componen, desarrollando cada uno su propio papel, dentro de un todo cohesionado y en donde el tiempo está ausente.

Su pintura es expresionista, colorista, brillante, matizada con habilísimo y muy inteligente empleo de las veladuras, sean secas o húmedas.

Trata minuciosamente  aquello que le interesa destacar, con pincelada pequeña y pincel fluido; otras partes quedan simplemente  pergeñadas e incluso con el lienzo al descubierto, resultando el conjunto una gran unidad armónica y coherente, como sólo lo saben hacer los buenos artistas de las Bellas Artes.

Sus cuadros contienen el claroscuro de la tradición que viene desde El Españoleto, aunque ajena al tenebrismo: Desde sus primeros tiempos, (véase “El Guitarrista”, 1960), hasta sus últimas realizaciones, destacando, en este sentido, las obras realizadas el los setenta y ochenta ( véanse, v. g. “El descanso de los cómicos”, 1976 o “Pastoral I, 1980).

No obstante, a medida que su primigenio expresionismo se va radicalizando, abocado hacia la abstracción, en sus cuadros va aclarando los colores y haciéndolos más luminosos y menos contrastados.

Para terminar, gocemos del dibujo de Santiago Morato, lo que se logra, de forma superlativa, con solo observar su carboncillo “Mujeres II”, asombroso prodigio de precisión, técnica, composición, poesía y arte.

Este es, en síntesis, el artista Manuel Santiago Morato, al que Dios guarde.

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