miércoles, 11 de mayo de 2016

145.04* ULPIANO CARRASCO. ÁNGELES PENCHE GALERÍA DE ARTE. Monte Esquinza, 11. Madrid



Ulpiano Carrasco, artista prístino y esencial, veraz, que ha creado escuela, su propia escuela, enraizada en la “veta brava de la pintura española”, (proclamada por el maestro Lafuente Ferrari), vuelve a la Galería de Arte Ángeles Penche, con una muy interesante colección de obra reciente, coherente con su línea estilística, que venimos conociendo


En otro momento señalé, que Ulpiano Carrasco, como genuino artista postmoderno, sincretiza en su pintura distintos paradigmas, que las vanguardias y post-vanguardias investigaron y desarrollaron en el pasado siglo y han quedado, como arquetipos y pautas, para dotar a la pintura de la máxima expresividad, con la que el artista puede revelar sus íntimas percepciones y emociones.

Nacido el artista en Casas de Santa Cruz, al sur de la provincia de Cuenca, (1961), y residenciado en Villanueva de la Jara, representa en la pintura española, la culminación de una línea de interpretación manchega del paisaje, que, naciendo del inconformismo de Benjamín Palencia, -rompiendo con la línea clasicista-, fue y es continuada, entre otros, por Antonio Carrilero, para llegar a una representación subjetiva de lo que el artista ve, en la que los colores y aún las formas son sustituidos por una interpretación personal de la realidad observada, buscando una diégesis exegética de la naturaleza así traducida al lenguaje pictórico más expresivo.

Es su paleta fovista y polisémica, luminosa, más aún, brillante hasta casi la agresión. Su lenguaje formal se inscribe en la neo-figuración, que trata de acabar con la anécdota, para ir a lo inmanente. En su pintura hace materia la explosión cromática del expresionismo de un Kandinsky, antesala y borde fronterizo de la pintura abstracta, patente primordialmente en sus paisajes rurales más palpitantes, (véase, p.e., “Viña en Otoño”), en donde, incluso, encontramos cierta paronomasia expresiva con Mark Tobey e incluso con Jackson Pollock.

En la paleta de Ulpiano Carrasco sobresalen los colores azules, rojos y amarillos, o sus compuestos, verdes y violetas, -como lo eran en los pintores precedentes de este paisajismo manchego-, en donde los contrastes son elementos objetivos de la composición plástica, así como una solución inteligente de la perspectiva. Su trazo seguro y su textura matérica dotan a sus paisajes y bodegones de una gran energía psicodélica.

Sus cuadros son luminosos, como lo son los colores de la luz refractada en toda su gama, gracias al milagro de su paleta y de sus pinceles., manejados con una sensibilidad característica de este pintor. La pintura de Ulpiano Carrasco, en fin, es vibrante, colorista, atractiva, contenedora de una poética personal y catalizadora de toda una corriente histórica de la pintura manchega española, de la que es un muy notorio representante.

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