jueves, 22 de noviembre de 2018

185.08* PILAR SOLER RAFFO. RESTROSPECTIVA. ESTUDIO DE LA ARTISTA. Boadilla del Monte. Madrid





El artista y profesor Josef Albers afirmó que “el propósito general de todo arte es siempre el mismo: expresar y generar emociones”. Pues bien, este principio axiomático guía de manera intuitiva y esencial, el quehacer artístico de Pilar Soler Raffo: Andaluza.


Añádase a ello que, para Pilar Soler, es un principio inalienable, consustancial con su naturaleza de artista, el que enunció el pintor romántico, Caspar David Friedrich, cuando dijo que “el artista no solo tiene que pintar lo que ve delante de sí, sino también lo que ve dentro de sí, Si no ve dentro de si nada, debe dejar también de pintar lo que ve delante de sí”. Es por tanto su pintura trasunto de este posicionamiento metodológico en presencia de cualquier imagen que la naturaleza ponga ante sus ojos, siempre escrutadores de la idea que en ella subyace.

Hay un tercer elemento, asimismo sustancial en la actividad artística de esta pintora, que ella hace explícito, considerando que  “la pintura es un acto solitario de co-creación con el espíritu”, concordante con el que Kandinsky reveló en su primer libro “Sobre el espíritu en las artes”, en el que concibe al arte como manifestación del espíritu y, también concordante con el de Kasimir Edschmid cuando señala que el “expresionista no ve, contempla. Consecuentemente es un espíritu creativo, no reproductivo, que conforma la imagen del mundo a su voluntad. La realidad es, ante todo, una creación de sus visiones”. Y eso es lo que persigue Pilar Soler cuando pinta.

Estos tres factores constituyen  la sustancia de su alma expresionista y de su propio estilo. Por ello su obra transita por el camino de lo inacabado, de la expresión de la subjetividad, al acecho de la sorpresa,  pero dando tan solo cabida a la casualidad, mucho más acá del pensamiento de un Jackson Pollock avanzado, maestro de la serendipia elevada a método.

El lenguaje cromático, desarrollado en sus obras, definido por colores y veladuras, siguen el paradigma fovista, asignando a cada objeto, aquel color que la artista considera que expresa, con mayor rigor, el construido por su imaginario, y éste dentro del ideal de la obra, como un total armonioso y contrastado, normalmente sin previa concepción holística de la composición, dando a la espontaneidad un papel preponderante.

El color en su obra manda y se impone y algunos se resisten a ser materializados en su paleta, (dice la artista: quizá “porque no deben pertenecer a la banda de colores de mi espíritu”). Y a  medida que progresa en la construcción del cuadro, los colores imponen sus propias normas, a las que la pintora se va acomodando.

Pilar Soler Raffo, es una artista de alma inquieta y enamorado de su arte. En cada uno de sus cuadros, palpita una parte vital de su existencia, por lo que en ellos laten, con la fuerza que dimana de su pasión por la pintura, las emociones, sentimientos, y aun el estado anímico coyunturales, de ahí su variabilidad en el tiempo. De ahí lo poliédrico y versátil de su pintura.

Cuadros con una pintura ingenuista de paisajes, bosque y veleros conviven con cuadros con imágenes delusorias un tanto arcanas y mistéricas, como salidas directamente de su espíritu tántrico y con esos cuadros que, sin dibujo, son compuestos con colores potentes y vibrantes que descubren formas conocidas, que frecuentemente emergen de la profundidad del lienzo. No importan tanto la composición, como la capacidad de hacer vibrar el espíritu del que los contempla.





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