domingo, 19 de abril de 2020

214.01* PACO POMET . ULTIMAS LUCES . GALERÍA MY NAME´S LOLITA ART. Almadén, 12. Madrid




Paco Pomet, (Granada, 1970), se reviste de ingenuidad cuando se sitúa ante el lienzo y escrudiña la vieja foto, que ganó su atención en algún rastrillo de cualquier ciudad o pueblo, volviendo insistentemente, obsesivamente, si se quiere, al intento de encontrar sentido a las cosas: a las situaciones, a la cultura, a los hábitos, a la moral,… a todo aquello, en una palabra, que acontece al hombre y por lo que él se encuentra concernido. El artista vuelca también su mirada hacia la naturaleza y la problemática de nuestra relación con ella.


Probablemente, la imponente presencia de la sierra granadina (Sierra Nevada) a lo largo de su infancia y de su juventud, se haya erigido en inagotable fuente de inspiración de su obra y en un punto de reflexión sobre las heridas ambientales que sufre nuestro planeta.

Pomet utiliza su solercia pictórica y su narrativa surrealista para transportarnos a un mundo singular y paradójico, en el que no deja a un lado su fino sentido del humor. Sus cuadros nos descubren mundos tal y como los concibieron los epígonos del dadá y del surrealismo: Man Ray, Magrite, Ernst, Delvaux o Dalí, en los que los significados difieren de aquello que los ojos ven.

Paco Pomet, en su semántica formal, es un figurativo convencido, con un enorme y muy personal talento para una pincelada segura y empastada, con una técnica muy depurada, que dota a sus cuadros de una apariencia de hiperrealismo fotográfico. Sin embargo la realidad es que lo que pinta no se puede fotografiar, porque sólo existe en el universo de su imaginación, en el cosmos de las ideas: es una realidad que se superpone a la que mimetiza, convirtiéndola en otra distinta.
El artista traduce al lienzo la apariencia de la fotografía en blanco y negro o en sus tonos degradados de los viejos papeles sensibilizados a la albúmina, donde el color es un accesorio imprescindible, para conceptualizar al cuadro.

Su estética sorprende de inicio para luego seducir y convencer, a pesar, o quizá por ello, de que pone en cuestión a los lugares comunes de la figuración, ya que nada es lo que parece,  y en donde el color pasa a ser una sacudida al intelecto y una llamada de atención por medio de la ironía o la sátira, siempre en el ámbito del símbolo y la alegoría.





BENITO DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro de la Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte

12/01/2020

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