Las obras de Cesar Antón, (Burgos, 1974), son un homenaje a los boxeadores y a
sus vidas peligrosas, basadas en un deporte duro y violento, pero un homenaje especialmente
dedicado a Rukeli, boxeador alemán de
raza sinti (gitanos centro-europeos), cuya vida impactó intensamente en
la sensibilidad empática y emocional del artista.
A
partir de ahí, pinta rostros, en gran formato, de personajes que él denomina “luchadores”,
y sin que sus figuras pierdan un ápice de verismo, con un lenguaje
expresionista con el que dota a sus semblantes de una expresividad un tanto
cruel y amarga y a los ojos de esa mirada vacía y perdida ,como congelada, del
boxeador tras la pelea.
Lo
hace con un trazo naturalista y mimético, como pintor esencialmente realista
que es, pero con una paleta fovista,
rica y compleja en tonalidades y una pincelada suelta, vigorosa y fresca, con la que interpela agresivamente a la
mirada del espectador.
Con
una inteligente aplicación de veladuras y sobre-pinceladas consigue inducir en
el espectador el sentimiento de la emoción que invade al artista, quien lo ha
sabido trasladar a los lienzos, no solo como homenaje a sus
luchadores, sino también como medio de volcarla a quienes contemplan las obras,
para que éste quede prisionero en ella.
Lo
cierto es que, sus obras consiguen que el espectador se encuentre atrapado,
como bajo efecto hipnótico, por el resplandor de las miradas, que fulguran
desde unas pupilas transparentes y luminosas, y desearía que esos ojos y esos
rostros le permitieran establecer un diálogo con los ocultos pensamientos,
causantes de tales gestos, cuando tiene que conformarse, no sin cierta
sensación de frustración, con la insuficiente posición del expectante mudo.
El
artista, repetimos, es un realista integral, que pinta lo que ve, pero
traducido a través de un código impreso en su íntimo mundo de las ideas, que le
permite aplicar una hermenéutica personal con la que interpreta la realidad, obteniendo
como fruto unas muy personales y distinguibles obras.
Sincrético por su carácter de fusión y asimilación de
elementos diferentes, pero coherentes, como pueden ser la expresividad dura de
un Vela Zanetti y esas
pinceladas neuróticas con las que Freud es un maestro describiendo la crueldad
y que posee, según sus propias palabras, la también gitana barcelonesa Lita
Cabellut, con esa capacidad de transformar estéticamente la apariencia humana mediante
el uso de los pinceles y los pigmentos.
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