jueves, 26 de julio de 2018

183.06* CESAR ANTÓN . TRÁNSITO . ÁNGELES PENCHE GALERÍA DE ARTE . Monte Esquinza, 11. Madrid




Las obras de Cesar Antón, (Burgos, 1974), son un homenaje a los boxeadores y a sus vidas peligrosas, basadas en un deporte duro y violento, pero un homenaje especialmente dedicado a Rukeli, boxeador alemán de  raza sinti (gitanos centro-europeos), cuya vida impactó intensamente en la sensibilidad empática y emocional del artista.

A partir de ahí, pinta rostros, en gran formato, de personajes que él denomina “luchadores”, y sin que sus figuras pierdan un ápice de verismo, con un lenguaje expresionista con el que dota a sus semblantes de una expresividad un tanto cruel y amarga y a los ojos de esa mirada vacía y perdida ,como congelada, del boxeador tras la pelea.
Lo hace con un trazo naturalista y mimético, como pintor esencialmente realista que es, pero  con una paleta fovista, rica y compleja en tonalidades y una pincelada suelta, vigorosa y fresca,  con la que interpela agresivamente a la mirada del espectador.
Con una inteligente aplicación de veladuras y sobre-pinceladas consigue inducir en el espectador el sentimiento de la emoción que invade al artista, quien lo ha sabido trasladar a los lienzos, no solo como homenaje a sus luchadores, sino también como medio de volcarla a quienes contemplan las obras, para que éste quede prisionero en ella.
Lo cierto es que, sus obras consiguen que el espectador se encuentre atrapado, como bajo efecto hipnótico, por el resplandor de las miradas, que fulguran desde unas pupilas transparentes y luminosas, y desearía que esos ojos y esos rostros le permitieran establecer un diálogo con los ocultos pensamientos, causantes de tales gestos, cuando tiene que conformarse, no sin cierta sensación de frustración, con la insuficiente posición del expectante mudo.
El artista, repetimos, es un realista integral, que pinta lo que ve, pero traducido a través de un código impreso en su íntimo mundo de las ideas, que le permite aplicar una hermenéutica personal con la que interpreta la realidad, obteniendo como fruto unas muy personales y distinguibles obras.

Sincrético por su carácter de fusión y asimilación de elementos diferentes, pero coherentes, como pueden ser la expresividad dura de un Vela Zanetti y esas pinceladas neuróticas con las que Freud es un maestro describiendo la crueldad y que posee, según sus propias palabras, la también gitana barcelonesa Lita Cabellut, con esa capacidad de transformar estéticamente la apariencia humana mediante el uso de los pinceles y los pigmentos.

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