sábado, 5 de febrero de 2011

008.2* CARLOS BOIX - SWAP - C. C. Pérez de Riba - Las Rozas (madrid)


Nace Carlos Boix en la Habana el 14 de Junio de 1949. Se educa y crece en su tierra natal y allá por el año 1980, frisando los treinta años, se traslada a Estocolmo. Reside posteriormente, -alma cosmopolita- , en Argel, Túnez, París, Ginebra y, finalmente, en Madrid desde 2009. Todo este periplo vivencial y cultural impregna y late en su obra, emanando de su yo más íntimo.

Una primera mirada a la exposición basta para comprender que nos hallamos ante un surrealista, no sólo en lo aspectos formales, acaso también en su fondo vital e intelectual, que brota enérgico de los trazos con que dibuja sus fantasías, que guardan un fuerte correlato con la “escritura automática”, en la que el surrealismo condensaba la expresión material de su filosofía, que aspiraba a la destrucción de todo mecanismo intelectivo, intentando alimentar la creatividad directamente desde el subconsciente, desde el sueño, la alucinación, excluyendo los mecanismos racionales en la mayor medida de lo posible. Que sea el dramaturgo Fernando Arrabal, quien redacta el proemio del catálogo, ratifica aún más esta apreciación.

Digamos que nos encontramos ante un dibujante, que se expresa más con este medio, que con los colores de la pintura. Boix no dibuja pintando, sino que dibuja sobre manchas de colores, aplicando luego el “dripping”, que los pintores de la “Action Painting” idearon por los años cuarenta. Por lo que respecta a su paleta, Boix emplea, en porcentaje mayoritario, tan solo el negro, ( y/o azul marino oscuro), y el blanco, matizando el dibujo sobre fondos grises de distintas intensidades. En los otros emplea toda la gama de colores, entonando cada cuadro alrededor de un color dominante.

007.2** ON & ON - ARTE EFÍMERO - La Casa Encendida - Madrid




Dicen los comisarios de esta muestra, una de las muchas variantes con que se nos presenta el llamado “arte conceptual”, que en ella: “Entramos en contacto con nuestras sensaciones y con nuestra memoria. Observamos también el proceso de transformación constante que rodea a las obras y, como nuestra experiencia no será la misma si volvemos mañana: las velas estarán algo derretidas, los pájaros se posarán sobre otra cuerda, la lluvia que caía sobre Nueva York empezará a secarse y el piano tendrá otro sonido,…”. Experiencia esta que no creemos se produzca en ningún caso, pues es dudoso que alguien vuelva una segunda vez, para comprobar que unas velas se han consumido tras haber estado encendidas durante muchas horas, o que unas fresas han iniciado su proceso de putrefacción,… ya que estas experiencias y otras de similar naturaleza la tenemos a diario, sin necesidad de desplazarnos a un lugar concreto.

Proclaman que la tesis de la exposición es lo efímero, que “es el indudable protagonista de la muestra: frente a lo permanente, lo duradero, frente a la obra de arte que se mantiene inerte. El hecho artístico a través de la magia del instante, de la poesía del presente”.

Enfática frase cuajada de apriorismos, como es titular de inerte a una obra de arte permanente. Uno se pregunta: ¿Quién se atreve de adjetivar de inerte al “Guernica” de Picasso, o al “Beso” de Rodin, pongamos por ejemplo, sino se vive en una burbuja defensiva? 

006.2* CARLOS AQUILINO - Angeles Penche Galería de Arte-Monte Esquinza, 11. Madrid


Nos acercamos de nuevo a esta Galería, en la que Ángeles y Cesar presentan la obra del  madrileño Carlos Aquilino, pintor inicialmente autodidacta, con una ya granada y larga carrera que se extiende a lo largo de los últimos treinta y cinco años.
Nos acercamos de nuevo a esta Galería, en la que Ángeles y Cesar presentan la obra del  madrileño Carlos Aquilino, pintor inicialmente autodidacta, con una ya granada y larga carrera que se extiende a lo largo de los últimos treinta y cinco años.

Si el surrealismo es un “automatismo psíquico puro, mediante el cual se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo el funcionamiento real del pensamiento”, como lo definió uno de sus fundadores y mayor teórico del mismo, André Breton, el pintor Carlos Aquilino es sin duda un surrealista.