Oscar F. Vega, (1957), filósofo y
psicólogo, autodidacta en el arte de la pintura, proviene del mundo del
audiovisual. Productor y director de cine y televisión, aparece ahora con su
pintura “para sorpresa, quizá también de si mismo”, como alguien señala con cierto
sentido del humor, acorde con el signo diacrítico de la exposición, cual es la
ironía.
La exposición que se presenta
bajo el título identificativo de TROO, (acrónimo de The Red One: One), es
singular e innovadora, en la medida en la que, en este universo de la post
modernidad artística, innovar se presenta como tarea casi imposible, cuando
menos altamente dificultosa, pero alcanzable en grados más o menos
satisfactorios, con empeño e inteligencia.
Sin embargo, paradójicamente, Oscar
F. Vega, al concebir y desarrollar su proyecto, acude a dos principios
postulados, allá por los años treinta del pasado siglos, por el maestro de la
Bauhaus y del Black Mountain College, Josef Albers.
En efecto, Oscar decide
simplificar su paleta reduciéndola a solo tres colores, cuales son el blanco,
representativo de la luz, el negro, equivalente a la obscuridad y el rojo
representativo del total sistema cromático,
siguiendo, quizá de forma no consciente, el precepto enunciado por Albers de
“lograr los máximos efectos con los menores medios”.
El segundo precepto albersiano enuncia
que “el propósito general de todo arte es siempre el mismo: expresar y generar
emociones”, y como Oscar explica en la entrevista que, el periodista británico,
especializado en arte, Paul E. Davies, le hizo, (en relación a la obra y
estructura de esta muestra), la simplificación tonal de su paleta se debe a que
él va “buscando la fuerza expresiva de esta combinación (blanco, negro y rojo),
que te arroja directamente al mundo de las emociones”. La concomitancia de
ideas e ideales de ambos artistas es más que evidente.
De otra parte, he aquí otra
paradoja, la presencia de figuras de esqueletos humanos, acompañando a figuras de
personas y también en osteógenos desfiles, son las características más expresivas
del humor y de la ironía de que están imbuidas las pinturas presentadas.
Una parte de la exposición se
realiza bajo el concepto de “Galería Noir”, en la que un conjunto de obras se
exhiben en espacios totalmente oscuros, como cajas negras. En estos espacios
los lienzos se iluminan con luz recortada, de forma tal que el efecto final es
que las pinturas parecen flotar en la nada, suponiendo una singular experiencia
estética, de fuerte impacto sensitivo.
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