Es
sin duda Ernst Ludwig Kirchner uno de los artistas mas importantes y hasta
fundamentales del arte europeo del siglo XX y uno de entre los más prolíficos
de su tiempo; sus obras catalogadas se cuentan por millares, llegándose a la
cifra de veinte mil las acuarelas, dibujos, bocetos y apuntes, que se conocen.
Kirchner
nació en Aschaffenburg en Mayo de 1880 y murió, por su propia voluntad, en
Davos en Julio de 1938. Hijo de un químico y catedrático y de Maria Elise
Franke, que fomentan en su hijo el talento artístico, quien tras estudiar y
obtener el título de arquitecto, decide dedicarse a la creación artística
dentro de lo que se denomina las artes plásticas. A este respecto, (lo cual
remarca su definitiva vocación y entrega), escribe, en el año 1934, al
arquitecto y escultor E. F. Baumann: ”Comprendo su estado. Yo también estuve
así. Tiene usted dos posibilidades, pero tendrá que elegir una de ellas, de lo
contrario este estado de desmoralización no tendrá fin y acabará destrozándole”.
Terminados
sus estudios de arquitectura en la en la Escuela Superior Técnica de Sajonia en
Dresde funda el grupo de artistas “Die Brücke”, junto a sus compañeros Fritz
Bleyl, Erich Henkel y Karl Schmidt-Rottluff, y aunque no ejerció la profesión
de arquitecto, sí tuvo ideas muy concretas sobre esta técnica y arte. En su
obra aparecen muy frecuentemente los edificios como tema central de su pintura
y cuando pinta interiores, sus conocimientos arquitectónicos le permiten aplicar
sus recursos para así lograr efectos visuales determinados. Estuvo, de otra
parte, relacionado con los artistas de la Bauhaus.
Artista
vocacional y completo, altamente sensitivo, en permanente búsqueda intelectual,
experimentación y renovación, (en los años veinte retoca cuadros que había dado
por concluidos diez años antes), que nos legó una ingente obra, (ya en su
tiempo largamente reconocida), y que nos permite, a través de su conocimiento,
comprender al expresionismo alemán, que con él nace y, junto a él, el arte de
las vanguardias, que son antecedente y subsecuentes a sus investigaciones,
trabajos y consecuciones, tanto formales, como teóricas.
Artista,
por tanto, polifacético ya que fue pintor, dibujante, grabador, escultor,
arquitecto, decorador y fotógrafo, sin olvidar su obra textil (bordados y
tapices), que en determinados momentos de su carrera toma una gran importancia
en los procesos intelectuales que le llevaron a concebir y realizar su “nuevo
estilo”. Sin duda alguna, y así lo
reconoce cuando escribe: “Veo como se hace posible una nueva manera de pintar,
con superficies más libres, algo hacia lo que siempre me había orientado”. Se
descubre así la interacción sinérgica de los distintos procedimientos y artes,
que el autor practica.
A
este respecto él mismo escribió tempranamente: “La novedad surge de las
relaciones recíprocas entre pintura y dibujo, por una parte, y del manejo
escultórico de la madera y las excelencias materiales del grabado, por otra” y
en plena estancia en Davos, dirigiéndose al artista Albert Müller :
“Precisamente trabajando después en otra técnica se llega con frecuencia a
soluciones nuevas, que en vano se habían buscado en ella; así el trabajo se
vuelve más congruente”.
Paradigmática
de este proceder “congruente” de Kirchner es la obra titulada “Pareja de
Acróbatas”, (en la exposición), que desde el boceto, pasando por la acuarela
(1932) y por la escultura en madera, (mismo año), finaliza expresada en un óleo
el año siguiente y que finalmente plasmaría en fotografías con una iluminación
escénica.
Pero
no solamente es en el soporte en lo que Kischner muestra su diversificación de
procedimientos, sino también en la total variedad de temas tratados, indagando
sobre el paisaje, la vista urbana, la naturaleza muerta, los motivos literarios
y los nacidos de la fantasía, pero sobre todo, de una forma prolija y
multivariante, la figura humana, motivo primordial sobre el que aplica las
conclusiones de sus investigaciones expresionistas y en cuyos resultados se
observa de manera más clara la evolución de su concreción formal, tanto en la
línea como en el color.
Estudiando
la figura experimenta atrapar “la vida rebosante de sangre”, registrándola con
trazos atrevidos y rápidos, (v. g. los desnudos de cuarto de hora de su etapa
de Brücke), captando el movimiento, en formas que “sin ser fieles a la
naturaleza, reflejan todo con mayor amplitud y claridad que lo que yo veo y
quiero dar. Y a esa forma le corresponde el color puro tal y como lo genera el
sol”, según sus propias palabras.
En
una primera etapa Kirchner parte de una concepción formal y cromática de fuerte
influencia fauvista y de la pintura de por Van Gogh, que él desarrolla de forma
personal con un trazo zigzagueante y una pincelada huidiza, que, ya en Davos,
cedió a una composición de formas cerradas haciendo que el espacio pictórico se
convierta en superficies y en el que juega una composición basada en colores
que contrastan y unos trazos más serenos y no agresivos.
El
proceso progresivo hacia la simplificación de formas y colores le van abocando
hacia una cierta abstracción, en la que su expresionismo encuentra finalmente
su término y que Kirchner sintetiza, un año
antes de su muerte, cuando escribía a Curt Valentin: “Mi objetivo fue siempre
dar con una gran forma simple y un color nítido; transmitir el sentimiento y la
experiencia con esos dos medios”. Así de simple y así de concreto queda
definido el “nuevo estilo”, que tan apasionada, como obsesivamente anduvo buscando
el pintor.
Este
lógico e inevitable desembocar del expresionismo en la abstracción, cuando pasa
a los Estados Unidos, es interpretado por los pintores de la “Action Painting”,
con Pollock a la cabeza o los de la escuela de los “Color Fields”, con Rothko,
como exponente prototípico. En Europa serán los componentes del grupo “Blaue Reiter”, con Klee y Kandinsky, como abanderados,
los llamados a marcar los principios del subjetivismo de la abstracción en la
pintura.
Terminaremos
trayendo, como síntesis del significado del expresionismo para Kirchner, lo que
escribía en su diario un año antes de su muerte: “El objeto de la pintura en mi
nuevo estilo, ya no se puede captar de manera simplemente ocular, sino más bien
como sentimiento”. Para conseguirlo actúa, dice, siguiendo las tres reglas que
rigen su proceder: “Con alejamiento del espacio y del tiempo y del
almacenamiento ocular de los objetos. Conformando la forma con libertad
respecto a la forma natural. Recurriendo al color, a la luz, a la línea, para conseguir la composición armoniosa del cuadro”.
Palabras
que, sin duda, nos ayudan a comprender mejor su obra
Esta
excepcional exposición nos permite estudiar y gozar del arte de Kirchner,
representante genuino del Expresionismo alemán, que nació como vanguardia y
tiene un lugar privilegiado en una parte muy importante de la figuración
postmoderna, que los artistas contemporáneos practican.
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