lunes, 13 de junio de 2016

150.06* SUSO BARRIO. ICONOS. GALERIA KREISLER. Hermosilla, 8.



Ante cualquiera de los cuadros, que Suso Barrio, (Ponferrada, 1956), presenta en esta colección de “Iconos”, se tiene la impresión de estar frente a una pintura sencilla y primordial, en la que priman los colores lisos, que contrastan en armónicas y atrayentes disposiciones yuxtapuestas. Los sentidos se llenan de colores puros.


De otra parte, allá en el córtex  se ilumina una lejana sensación de lo “déjà vu”, pues la figura, repetida en ostinato en cada uno de los cuadros, trae reminiscencias paranomásicas, que evocan a los bustos de cuellos elongados de Modigliani, al primitivismo de los rostros de un Wilfredo Lam o de un Basquiat,  a la expresividad simplista de las máscaras africanas y a la arquitectura básica del icono bizantino.

De todos ellos hay algo, mas, realmente, de ninguno, ni de cualquier otro, porque la pintura de Suso Barrio es genuina, dentro de un muy personal expresionismo.

En su vital diégesis pictórica el artista ha llegado a sintetizar toda su potencialidad creadora en una composición formal única, basada en una fémina imaginaria,  repetida en cada cuadro, cuya fuerza expresiva y comunicadora estriba en la manifestación de su éxtasis interior, revelado en el color, en la arquitectura de las formas y en la ordenación de los diferentes y distintos elementos ornamentales, que son signos de un lenguaje hermético. Eso sí, siempre buscando la armonía interna de las formas y los colores, para llegar al recinto de las emociones.

Y lo consigue y cuando se abandona la exposición  la memoria visual y el ánimo tienen la sensación de haber experimentado un estallido de luces y de colores que siguen palpitando en lo íntimo del imaginario, creando ilusiones y fantasías, tal y como sucede tras haber escuchado las treinta Variaciones Goldberg de Bach.

Los bustos con rostros de gestos impávidos o sonrisas provocativas y ojos circenses, que se repiten en variaciones de colores y ornamentos, siguen mandando su enigma al corazón de quién las observó y para poner certezas sobre algunas dudas, que aún persisten y  todavía no hemos superado.


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