Ante
cualquiera de los cuadros, que Suso Barrio, (Ponferrada, 1956), presenta en
esta colección de “Iconos”, se tiene la impresión de estar frente a una pintura
sencilla y primordial, en la que priman los colores lisos, que contrastan en armónicas
y atrayentes disposiciones yuxtapuestas. Los sentidos se llenan de colores
puros.
De
otra parte, allá en el córtex se ilumina
una lejana sensación de lo “déjà vu”, pues la figura, repetida en ostinato en cada
uno de los cuadros, trae reminiscencias paranomásicas, que evocan a los bustos de
cuellos elongados de Modigliani, al primitivismo de los rostros de un Wilfredo
Lam o de un Basquiat, a la expresividad
simplista de las máscaras africanas y a la arquitectura básica del icono
bizantino.
De
todos ellos hay algo, mas, realmente, de ninguno, ni de cualquier otro, porque
la pintura de Suso Barrio es genuina, dentro de un muy personal expresionismo.
En
su vital diégesis pictórica el artista ha llegado a sintetizar toda su
potencialidad creadora en una composición formal única, basada en una fémina
imaginaria, repetida en cada cuadro,
cuya fuerza expresiva y comunicadora estriba en la manifestación de su éxtasis
interior, revelado en el color, en la arquitectura de las formas y en la
ordenación de los diferentes y distintos elementos ornamentales, que son signos
de un lenguaje hermético. Eso sí, siempre buscando la armonía interna de las
formas y los colores, para llegar al recinto de las emociones.
Y lo
consigue y cuando se abandona la exposición
la memoria visual y el ánimo tienen la sensación de haber experimentado
un estallido de luces y de colores que siguen palpitando en lo íntimo del
imaginario, creando ilusiones y fantasías, tal y como sucede tras haber
escuchado las treinta Variaciones Goldberg de Bach.
Los
bustos con rostros de gestos impávidos o sonrisas provocativas y ojos circenses,
que se repiten en variaciones de colores y ornamentos, siguen mandando su
enigma al corazón de quién las observó y para poner certezas sobre algunas
dudas, que aún persisten y todavía no
hemos superado.
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