jueves, 18 de octubre de 2012

055.10* ROMERAL. MOMENTOS. SALA EXPOSICIONES LORENZO VAQUERO. Ramón y Cajal. Getafe (Madrid)




José Luis López Romeral, (San Martín de Montalbán, Toledo, 1952), pinta y esculpe por imperiosa exigencia vital. Hace, en palabras de Mario Antolín,- tomadas de “Presencia en Getafe”, Catálogo. Ayto. Getafe 2010- “una pintura nacida de una irrefrenable vocación, templada en las dificultades, cultivada en el esfuerzo y refinada en el estudio apasionado y en el conocimiento vivo de la realidad cultural”, frase en la que quedan definidas las cualidades genésicas de este artista y de las que proceden la naturaleza y el  lenguaje de sus obras.


Romeral, en permanente aprendizaje de otros, pero mucho más de sí mismo, lleva la lírica y la canción honda en las entrañas de su alma. También el inconformismo, que encauza por las veredas de una permanente indagación del qué hacer y del cómo hacerlo, para que sus emociones y sentimientos tengan fiel reflejo sobre el lienzo.

“Momentos” son la expresión plástica de unos procesos intelectuales, mediante los que cada una de sus primigenias “Lijas”, van sufriendo metamorfosis, que recogen los estados intelectivos y emocionales del artista, cuando acomete la transformación de las imágenes que pintó con pigmentos sobre pequeños trozos de lija de agua en momentos de apasionada inspiración.

En la obra de Romeral están omnipresentes y transustanciados los arcos de las ventanas del monasterio visigodo de Santa María,- que se convierten en tocados de la poética imagen de sus adoradas Dulcineas de Melque, poliédricas y polifacéticas por mor de la imaginación amorosa del pintor-, a los que canta en cuarteta asonante, a modo copla de rondador: “tienes un mundo escondido/detrás del gesto sereno/tienes a mi alma en vilo/sin saber si soy tu sueño”.

Entiéndase: él no sueña las veneradas formas; duda si acaso es él mismo el sueño de ese “gris granito de agua y soles”. He aquí la imagen más fiel del surrealismo seminal que en este artista subyace: epítome de su compleja y a la vez llana personalidad.

Pintor figurativo primigenio e inevitable, pero necesariamente expresionista, que no precisa del modelo real más que aquella impronta, que talla en su mente y que él expresa dibujando las forma con pinceladas de color y claras veladuras anárquicas, que dotan al cuadro de una cierta intangibilidad con tintes místicos.

Fundamentalmente, “es pintor de interiores y figuras”, (Tomás Paredes. “Mis Dulcineas de Melque”.  Catálogo. Dip. Prov. Toledo. 2009),  que pinta sobre papel impreso, para descubrir el misterio que previamente ha escondido. Pinta y esculpe por instinto, pero también por intuición, por corazonadas. Sus imágenes presentan los aspectos teratológicos inmanentes a su compulsivo y surreal lenguaje estilístico y a su solercia innata, haciendo camino al andar y firme lo que originariamente era feble; como cuando canta los palos del jondo.

Sus personales esculturas, escasas en esta exposición, algunas de sólida consistencia artística, exhalan un aroma a “déjà vu”, pues en ellas podemos reconocer rasgos de Picasso, de Julio González, de Alberto o de otros de las vanguardias, cuyas trazas siguen vigentes en esta postmodernidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario