Vamos a hablar de un libro en
forma de obra de arte, como es “Una aproximación a la arquitectura”, y de un
gran artista y arquitecto, o de un gran arquitecto y artista, -que tanto monta…-,
como es su autor Ángel Luis Tendero Martín, (Madrid, 1974), cuyo genio creativo
brilla a tan altos niveles, como lo hacen su sencillez y generosidad.
Solamente por la constatación de este
contraste, -que causa asombro en este mundo dominado por la mediocridad y el
arribismo-, merecería la pena hablar de este gran creador, pero lo hacemos
porque hemos descubierto en él y en su obra, una brillante y extraordinaria
realidad artística que, por si sola, merece ser analizada y expuesta.
Hagamos, antes que nada, una
breve reseña histórica del género al que pertenece esta obra, para mejor
comprenderla y enmarcarla: En los albores de los años treinta del pasado siglo,
años de la “Gran Depresión” y del gran desamparo y dentro de lo que ya se considera como el
Noveno Arte, aparece y triunfa en el universo editorial, el “comic book”, que aporta
a la literatura gráfica unos fantásticos personajes, que serán conocidos, -entonces
y por siempre-, como lo “Superhéroes”.
Recordemos a los eviternos “Flash
Gordon” de Alex Raymond y Dan Barry, “Tarzán” de Burne Hogarth o al “Príncipe
Valiente” de Harold Foster, configurados y materializados mediante un dibujo y
un grafismo realistas y elegantes, cercanos a la ilustración estrictamente
artística. Les seguirán, en esta misma línea,
personajes tales como “Superman” y “Batman” y posteriormente “Spiderman”
de Stan Lee y Steve Ditkos, sin que la lista se haya agotado, ni mucho menos,
si bien los aquí nombrados son precedentes remotos del ”estilo”, con que Ángel Luis Tendero ha concebido su “comic
book”, cuya realización constituye una aportación personalísima, que se erige
en auténtico arquetipo icónico, dentro del género, tanto por la plástica formal
de sus dibujos, como por el relato que desarrolla de altísimo valor pedagógico
y de entretenimiento.
Explica el autor en el proemio de
la obra que, constatado el desconocimiento de todo lo relacionado con el arquitecto
y la arquitectura, se planteó buscar fórmulas para abordar una labor educativa
dirigida al cuerpo social en su conjunto, acción que acometió mediante el
empleo de la red social de facebook, con la que ha logrado un éxito sin
precedentes, acumulando en la actualidad más de un millón doscientos mil
seguidores, lo que sitúa a su estudio, como el primero más visitado en esta red
a escala mundial.
Nos dice este extraordinario
artista que “es aquí donde entra el dibujo como herramienta fundamental para
atraer la atención. Nada más pedagógico y fácil de entender que un
dibujo”…”queríamos contar nuestra visión de la arquitectura y usar el dibujo
como medio. Textos mezclados con dibujos… un comic”.
Lo que no dice, pero es donde
radica una de las claves de su éxito, es que su explicación de la arquitectura
la hace desde unos parámetros y de unas coordenadas muy personales, meditados, contrastados
y sentidos, y que la ejecución de los
dibujos, salidos de las manos de un artista de altísimo talento y dotado de una
inusual solercia natural, son de una grandísima calidad, que logran transmitir,
al que los contempla, todo tipo de emociones y sensaciones incluso sensoriales,
que el autor quiere manifestar con ellos. No en vano Ángel Luis declara, a
manera de epílogo, que “el objetivo de
toda creación artística es emocionar y hemos visto como analizando nuestro
entorno encontramos un sinfín de emociones provocadas por la forma y el
espacio”.
Y es que el libro constituye y
desarrolla, en palabras del artista, “un viaje, en el que mediante el dibujo
analizo, con un lenguaje sencillo y accesible, temas como el espacio y la
forma. Y cómo podemos extraer de la observación de nuestro entorno las
herramientas necesarias para entender la arquitectura… o crearla”.
He aquí la espina dorsal de la
narración, que se inicia con cinco memorables páginas, - las restantes no son
menos memorables-,: La primea totalmente en negro, que es la “nada”; en la
segunda, con el “seseo” de una cerilla que se enciende, aparece el “espacio”,
pues “no hay espacio sin luz”; en la tercera emerge de la nada, de lo negro, el
rostro del autor y sus manos iluminados por la cerilla y se explica que “ya
tenemos espacio: el contenido entre nuestras manos, definido por una pequeña
luz; en la cuarta página “ en el espacio aparece la “forma” caprichosa y
grácil” de una voluta de humo de la cerilla apagada; finalmente, en la quinta
página, la forma que “es la descripción de la parte del espacio ocupado por el
objeto se define únicamente por su límite exterior. La forma es la esencia… y
en su indeterminación está su belleza”.
Todo ello, obviamente,
explicitado mediante unos dibujos iluminados con acuarela, cuya descripción se
hace imposible, sobre todo las que representan a la volutas de humo. Aseguramos
que sobrecogen por su capacidad de impresión y de transmisión, casi…de hasta el
olor del fosforo apagado. Belleza visible, evidente, casi palpable.
En palabras del autor,
refiriéndose a la narración gráfico-literaria, se nos informa de que “el hilo
conductor es la progresiva transformación del espacio, desde lo más vertical,
artificial y tecnológico, que sería una gran urbe como Nueva York, hasta los
más horizontal, natural y desprovisto de la huella del humano, ejemplarizado
aquí en el salar de Uyuni, en Bolivia”.
Todo ello supone un cúmulo de
peripecias, que permiten visualizar, mediante el dibujo, las formas y
dimensionar el espacio, desde distintas perspectivas, sean verticales, picados,
contra-picados y horizontales, con uno, varios o “ningún” puntos de fuga,
haciendo uso de la geometría euclideana y de la fractal. Y qué decir del
descubrimiento de la luz y su magia para manifestarnos el mundo y sus elementos
mistéricos, que nos llegan a las profundidades del sentimiento. Es
sobrecogedora la capacidad expresiva de este artista, con tan solo el uso del
dibujo hecho todo a mano e iluminado con
toques limpios de acuarela. Su capacidad de interpretar la luz sobre las formas,
es realmente extraordinaria, simplemente sensacional. Lo que habría dado Hopper
por haber firmado el cuadro del hombre, -siempre el autor en autorretrato-, sentado
ante la ventana, observando un depósito
de agua sobre un viejo tejado de cualquier distrito neoyorkino.
Este largo viaje, que a veces se
separa de nuestro astro Tierra, y con objeto de poder mostrar todas las perspectivas y variaciones de la luz imaginables, -e inimaginables-, el autor
toma las figuras de distintos “superhéroes”, como los mencionados más arriba y
nos lleva a distintos escenarios como los pensados por Murnau o Kubrik,
haciéndonos también partícipes de la emoción de contemplar la luz filtrada por
el agua en que bucea el artista o del vértigo del vuelo tan alto como un
artefacto espacial.
El libro tiene una segunda parte
titulada “Making of”, en la que, siempre a través del dibujo, -siempre hecho a
mano-, explica el proceso de dibujar y colorear, desde el boceto hasta el total
dibujo terminado, -llámese cuadro o viñeta-, listo para incluirlo en el libro.
Esta parte es sencillamente magistral e indescriptible. Es preciso para
comprenderlo, gozarlo y maravillarse verlo y verlo detenidamente, con delectación.
Ángel Luis Tendero Martín es, a
la vez, un taumaturgo y un mistagogo del dibujo. Sin más.
B
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