lunes, 24 de marzo de 2014

099.03* PEDRO ESCALONA. ANSORENA GALERÍA DE ARTE. Alcalá, 52. Madrid.



Vuelve Pedro Escalona, (Fuengirola, 1949), a exponer, después de cinco años de ausencia, en la Galería Ansorena, ambos siempre fieles a su línea. Ha vuelto  y no ha decepcionado a los aficionados y coleccionistas, que han encontrado en la obra expuesta lo que siempre esperan de este riguroso artista.


Presenta Escalona una colección homogénea, trayendo al lienzo bodegones y paisajes dentro del más estricto estilo figurativo y realista, si bien transformando la realidad que ve a través de un proceso de creación de una nueva realidad convertida en paradigma poético.

Porque Escalona,” prima facie”, parece practicar el hiperrealismo, pero sin embargo   sus obras no presentan los rasgos y características de este estilo,  pues sus cuadros solo toman su auténtica virtualidad representativa y expresiva , cuando son observados a la distancia que el artista ha entendido que deben ser contemplados.

El brillo de un cristal, la sombra de una hoja, el pétalo de una rosa, el reflejo de una gota de agua y un etcétera de detalles, que se nos antojan pintados con la minuciosidad de un dibujante, descubrimos, cuando son observados de cerca, que tan solo son manchas en el lienzo..

Y es que, aunque él ni gusta ni quiere ser comparado con los grandes maestros de la pintura, lo cierto es que tiene junto con ellos un similar carisma, porque, en nuestro sentir, Escalona tiene una pincelada velazqueña, que obra el milagro de hacer real lo ilusorio y cierto lo delusorio.

Así, un anárquico conjunto de manchas ocres y blancas, a la distancia se convierten en un paisaje pedregoso, como los que tantas veces hemos visto y sufrido en nuestras andanzas rurales. De igual forma, unas inconexas manchas sienas toostado, salpicadas de otras más claras, cuando nos alejamos del lienzo se nos muestra como la representación más realista de la ”Playa Sacaba”.

Y cuando en la cercanía miramos unas vasijas un tanto desdibujadas y vagamente coloreadas, con la distancia descubrimos una alacena sobre la que reposan muy reconocibles botellas, vasijas, cerámicas, que brillan y reflejan,  de un realismo perfecto, entre los que se distinguen los huecos que entre ellas existen,  el espacio que las rodea  y que se hace patente en la diferenciación de planos, que el mismo proporciona.

Composiciones estudiadas con minuciosidad, para obtener la armonía  y el equilibrio formal, apoyado por una paleta muy rica en matices, con una aplicación de los colores sobre el lienzo meticulosa, mimando el efecto.

El artista sugiere en cada cuadro la perdurabilidad del momento capturado, que ha sabido convertir en eterno, inundando de nostalgia y languidez el escenario. en el que habitan la emoción y la poesía

No hay comentarios:

Publicar un comentario