Es
Brian Eno, (Woodbridge, Inglaterra, 1948), un compositor de música electrónica
y experimental, especialmente investigador y realizador de “muzak”, más comúnmente conocida como ”música
ambiente”.
Inició
su carrera, como miembro del grupo musical Roxy Music y cabe señalar que, entre
otras actividades creativas, es el compositor del archivo de sonido de “The
Micrsoft Sound” y ha colaborado en el desarrollo del generador de música algorítmica Kōan. Es también columnista en el periódico inglés The Observer. Por último, decir que desde los noventa, trabaja en el campo de las artes visuales..
Dentro de la
actividad de las artes audio-visuales, se incluye la instalación “77 Million
Paintings”, cuyo título viene a indicar el número de variaciones en que, las
formas proyectadas por un vídeo y la música que simultáneamente se emite,
pueden experimentar, como consecuencia de la aplicación digital que rige el
programa. Teóricamente son infinitas las formas, tanto visuales como sonoras, que
pueden ser generadas por el sistema informático, de ahí que se haya escogido el
número 77, como expresión de infinitud conforme al número evangélico.
Es, resumiendo, un
espectáculo del “luz y sonido”, emitido en un ambiente intimista de “chill out”,
usando instrumentos electrónicos y digitales, y desarrollado dentro de una carpa
negra en forma de enorme paralelepípedo,
en la cual reina la más profunda oscuridad, solamente rota por la luminosidad
que emana de la proyección del vídeo sobre el fondo opuesto a la entrada, y de un
chorro de luz dirigida, del techo al suelo, que va cambiando de coloración y que
incide sobre un montón de arena blanca de unos cincuenta centímetros de altura,
situado a la derecha del observador y cercano a la pantalla.
La que llama
“pintura generativa” proyectada por el vídeo, es una forma abstracta y
geométrica, delimitada por un contorno de líneas rectas, multiplicada en el
plano en giros de noventa, ciento ochenta y doscientos setenta grados sobre uno
de sus vértices, resultando una figura fractal de cuatro caras, del tipo de las
que observamos al mirar por un caleidoscopio. La música es electrónica, serena,
suave, armoniosa y relajante, emitida con una sonoridad del tipo de la que
popularmente denominamos “zen”.
El asistente al
espectáculo, (no se aceptan más que una treintena de persona, simultáneamente),
puede sentarse en unos relajantes sillones o en el suelo y dejarse llevar por
la cadencia y mutabilidad de la imagen y del sonido y permitir que su sistema
nervioso se someta a la terapia de este sedante y sensitivo ambiente.
En esta
postmodernidad se hace preciso conocer las muy diversas manifestaciones con que
nos sorprenden las salas y las galerías y opinar y/o elucubrar sobre los derroteros por los
que discurre el arte de hoy. Respecto a
esta instalación, en nuestro criterio, más que una manifestación de arte es una
actividad de experimentación psico-social. A
nosotros, una vez más, nos queda la duda sobre si el dinero de nuestros impuestos ha sido
razonablemente bien empleado en arte y cultura.
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