lunes, 24 de marzo de 2014

096.03** BRIAN ENO. 77 MILLION PAINTINGS. SALA ALCALA 31, Alcalá, 31. Madrid



Es Brian Eno, (Woodbridge, Inglaterra, 1948), un compositor de música electrónica y experimental, especialmente investigador y realizador de  “muzak”, más comúnmente conocida como ”música ambiente”.

Inició su carrera, como miembro del grupo musical Roxy Music y cabe señalar que, entre otras actividades creativas, es el compositor del archivo de sonido de “The Micrsoft Sound” y ha colaborado en el desarrollo del generador de música algorítmica Kōan. Es también columnista en el periódico inglés The Observer. Por último, decir que desde los noventa, trabaja en el campo de las artes visuales..


Dentro de la actividad de las artes audio-visuales, se incluye la instalación “77 Million Paintings”, cuyo título viene a indicar el número de variaciones en que, las formas proyectadas por un vídeo y la música que simultáneamente se emite, pueden experimentar, como consecuencia de la aplicación digital que rige el programa. Teóricamente son infinitas las formas, tanto visuales como sonoras, que pueden ser generadas por el sistema informático, de ahí que se haya escogido el número 77, como expresión de infinitud conforme al número evangélico.

Es, resumiendo, un espectáculo del “luz y sonido”, emitido en un ambiente intimista de “chill out”, usando instrumentos electrónicos y digitales, y desarrollado dentro de una carpa negra en forma de  enorme paralelepípedo, en la cual reina la más profunda oscuridad, solamente rota por la luminosidad que emana de la proyección del vídeo sobre el fondo opuesto a la entrada, y de un chorro de luz dirigida, del techo al suelo, que va cambiando de coloración y que incide sobre un montón de arena blanca de unos cincuenta centímetros de altura, situado a la derecha del observador y cercano a la pantalla.

La que llama “pintura generativa” proyectada por el vídeo, es una forma abstracta y geométrica, delimitada por un contorno de líneas rectas, multiplicada en el plano en giros de noventa, ciento ochenta y doscientos setenta grados sobre uno de sus vértices, resultando una figura fractal de cuatro caras, del tipo de las que observamos al mirar por un caleidoscopio. La música es electrónica, serena, suave, armoniosa y relajante, emitida con una sonoridad del tipo de la que popularmente denominamos “zen”.

El asistente al espectáculo, (no se aceptan más que una treintena de persona, simultáneamente), puede sentarse en unos relajantes sillones o en el suelo y dejarse llevar por la cadencia y mutabilidad de la imagen y del sonido y permitir que su sistema nervioso se someta a la terapia de este sedante y sensitivo ambiente.


En esta postmodernidad se hace preciso conocer las muy diversas manifestaciones con que nos sorprenden las salas y las galerías y opinar y/o elucubrar sobre los derroteros por los que discurre el arte de hoy. Respecto a esta instalación, en nuestro criterio, más que una manifestación de arte es una actividad de experimentación psico-social. A nosotros, una vez más, nos queda la duda sobre si el dinero de nuestros impuestos ha sido razonablemente bien empleado en arte y cultura.

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