Asís
Camacho, (Madrid, 1963), es claro arquetipo del artista postmoderno y actual,
que, procediendo del mundo del diseño y de la ilustración, llega al universo
del arte institucional, en un proceso natural y casi inevitable, como el que se
da con las aguas del afluente, que concluyen por unirse, en un solo caudal, con
las que aporta el cauce principal.
Como
Hopper, ha trabajado para la publicidad y como Víctor Soler, (del que ya hemos
hablado en otra ocasión), ha trabajado para el cine, haciendo animación de
películas de dibujos.
Asís
Camacho, es un artista plástico con alma de poeta que lleva un dolor y en su
memoria un recuerdo perenne, (“Nunca te
fuiste, no me has dejado. Siempre que te necesito me escondo entre los juncos y
allí nos encontramos”, -de los versículos dedicados a su padre en el catálogo
de la exposición-).
Quizá
por ello cabe preguntarse si es en la verticalidad de la junquera en donde se
enraíza la esencialidad de su linealismo.
En
todo caso el linealismo de este artista brota de tres fuentes, que conforman
una sola alfaguara: En primer lugar, de una vocación , aunque sea tardía, al
arte; en segundo lugar, de su solercia innata y, en tercer lugar, de una
pulsión creadora e innovadora, propias de una mente inconformista, deseosa de
encontrar nuevas formas de expresión, que le permitan decir aquello que siente
y tal cómo lo siente, más allá de los modelos conocidos y más allá, asimismo, de
simples formulaciones estéticas, pues sus cuadros tienen un alma y una poética,
que trascienden a su iconografía y fisicidad.
Como
se ha dicho, (Isabel Camacho, en “linealismo.com”), el linealismo es un arte
que huye de la luz.
Es
esta una aseveración que, proclamando una verdad esencial, resulta sin embargo engañosa,
ya que, con el linealismo, Camacho produce cuadros, en los que luces y
sombras son los fundamentos sobre los que se basa el entramado formal de sus
efectos plásticos. Pero, es también verdad, que estos se potencian cuando la
luz está matizada por una más bien baja potencia lumínica, incidiendo de forma indirecta sobre la
superficie del cuadro para poder obtener el diálogo luz-sombra, cuyos efectos
se verán aumentados por el cambio de
perspectivas del espectador al moverse ante la obra, que entonces adquiere toda
su virtualidad y vida.
Con
hilos de tejido o labrando en madera ranuras hechas con bisturí, el artista
traza líneas rectas verticales y paralelas, (dice Cristina Botija del Museo
Carmen Thyssen), “para sacar de ellas, -perfectas, rectas y supuestamente
frías-, volúmenes impactantes, sombras y luces de representaciones muy
reconocibles por cualquier observador, pero nunca antes plasmadas de esta
manera”, …, “ los tonos, los detalles, las texturas los dan las luces y las sombras,
que desde distintas perspectivas y distintos ángulos inciden en los lienzos”.
De
esta forma, en los cuadros
monocromáticos, el color tomará distintas gradaciones tonales, conforme la luz
incida matizada o no por las sombras que
proyecta el borde las incisiones sobre el fondo de las mismas.
Dice
Eugenio Serrano, en el catálogo de la exposición que “todo ello es una fantasía
de la creatividad del pintor no conforme con los procedimientos convencionales.
…”Asís Camacho innova, satisfaciendo así su ansiedad artística, como creador”.
Por
su novedad, por su interés formal y sus efectos estéticos, así como por gozar
del lirismo que emana del las obras y, asimismo, de los dibujos realizados por
el artista con tinta sobre papel, en los que el linealismo adquiere otra
dimensión no menos sorprendente y atractiva, merece ser visitada esta
exposición y los cuadros y dibujos de Asís Camacho ser contemplados y
escrutados con la atención que su misterio reclama.
Asís
Camacho, (Madrid, 1963), es claro arquetipo del artista postmoderno y actual,
que, procediendo del mundo del diseño y de la ilustración, llega al universo
del arte institucional, en un proceso natural y casi inevitable, como el que se
da con las aguas del afluente, que concluyen por unirse, en un solo caudal, con
las que aporta el cauce principal.
Como
Hopper, ha trabajado para la publicidad y como Víctor Soler, (del que ya hemos
hablado en otra ocasión), ha trabajado para el cine, haciendo animación de
películas de dibujos.
Asís
Camacho, es un artista plástico con alma de poeta que lleva un dolor y en su
memoria un recuerdo perenne, (“Nunca te
fuiste, no me has dejado. Siempre que te necesito me escondo entre los juncos y
allí nos encontramos”, -de los versículos dedicados a su padre en el catálogo
de la exposición-).
Quizá
por ello cabe preguntarse si es en la verticalidad de la junquera en donde se
enraíza la esencialidad de su linealismo.
En
todo caso el linealismo de este artista brota de tres fuentes, que conforman
una sola alfaguara: En primer lugar, de una vocación , aunque sea tardía, al
arte; en segundo lugar, de su solercia innata y, en tercer lugar, de una
pulsión creadora e innovadora, propias de una mente inconformista, deseosa de
encontrar nuevas formas de expresión, que le permitan decir aquello que siente
y tal cómo lo siente, más allá de los modelos conocidos y más allá, asimismo, de
simples formulaciones estéticas, pues sus cuadros tienen un alma y una poética,
que trascienden a su iconografía y fisicidad.
Como
se ha dicho, (Isabel Camacho, en “linealismo.com”), el linealismo es un arte
que huye de la luz.
Es
esta una aseveración que, proclamando una verdad esencial, resulta sin embargo engañosa,
ya que, con el linealismo, Camacho produce cuadros, en los que luces y
sombras son los fundamentos sobre los que se basa el entramado formal de sus
efectos plásticos. Pero, es también verdad, que estos se potencian cuando la
luz está matizada por una más bien baja potencia lumínica, incidiendo de forma indirecta sobre la
superficie del cuadro para poder obtener el diálogo luz-sombra, cuyos efectos
se verán aumentados por el cambio de
perspectivas del espectador al moverse ante la obra, que entonces adquiere toda
su virtualidad y vida.
Con
hilos de tejido o labrando en madera ranuras hechas con bisturí, el artista
traza líneas rectas verticales y paralelas, (dice Cristina Botija del Museo
Carmen Thyssen), “para sacar de ellas, -perfectas, rectas y supuestamente
frías-, volúmenes impactantes, sombras y luces de representaciones muy
reconocibles por cualquier observador, pero nunca antes plasmadas de esta
manera”, …, “ los tonos, los detalles, las texturas los dan las luces y las sombras,
que desde distintas perspectivas y distintos ángulos inciden en los lienzos”.
De
esta forma, en los cuadros
monocromáticos, el color tomará distintas gradaciones tonales, conforme la luz
incida matizada o no por las sombras que
proyecta el borde las incisiones sobre el fondo de las mismas.
Dice
Eugenio Serrano, en el catálogo de la exposición que “todo ello es una fantasía
de la creatividad del pintor no conforme con los procedimientos convencionales.
…”Asís Camacho innova, satisfaciendo así su ansiedad artística, como creador”.
Por
su novedad, por su interés formal y sus efectos estéticos, así como por gozar
del lirismo que emana del las obras y, asimismo, de los dibujos realizados por
el artista con tinta sobre papel, en los que el linealismo adquiere otra
dimensión no menos sorprendente y atractiva, merece ser visitada esta
exposición y los cuadros y dibujos de Asís Camacho ser contemplados y
escrutados con la atención que su misterio reclama.
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