lunes, 21 de julio de 2014

104.07* ASIS CAMACHO. LINEALISMO EN COLOR. DAVID BADÍA GALERÍA DE ARTE, Villanueva, 40. Madrid




Asís Camacho, (Madrid, 1963), es claro arquetipo del artista postmoderno y actual, que, procediendo del mundo del diseño y de la ilustración, llega al universo del arte institucional, en un proceso natural y casi inevitable, como el que se da con las aguas del afluente, que concluyen por unirse, en un solo caudal, con las que aporta el cauce principal.

Como Hopper, ha trabajado para la publicidad y como Víctor Soler, (del que ya hemos hablado en otra ocasión), ha trabajado para el cine, haciendo animación de películas de dibujos.



Asís Camacho, es un artista plástico con alma de poeta que lleva un dolor y en su memoria  un recuerdo perenne, (“Nunca te fuiste, no me has dejado. Siempre que te necesito me escondo entre los juncos y allí nos encontramos”, -de los versículos dedicados a su padre en el catálogo de la exposición-).

Quizá por ello cabe preguntarse si es en la verticalidad de la junquera en donde se enraíza la esencialidad de su linealismo.

En todo caso el linealismo de este artista brota de tres fuentes, que conforman una sola alfaguara: En primer lugar, de una vocación , aunque sea tardía, al arte; en segundo lugar, de su solercia innata y, en tercer lugar, de una pulsión creadora e innovadora, propias de una mente inconformista, deseosa de encontrar nuevas formas de expresión, que le permitan decir aquello que siente y tal cómo lo siente, más allá de los modelos conocidos y más allá, asimismo, de simples formulaciones estéticas, pues sus cuadros tienen un alma y una poética, que trascienden a su iconografía y fisicidad.

Como se ha dicho, (Isabel Camacho, en “linealismo.com”), el linealismo es un arte que huye de la luz.

Es esta una aseveración que, proclamando una verdad esencial, resulta sin embargo engañosa, ya que, con  el linealismo,  Camacho produce cuadros, en los que luces y sombras son los fundamentos sobre los que se basa el entramado formal de sus efectos plásticos. Pero, es también verdad, que estos se potencian cuando la luz está matizada por una más bien baja potencia lumínica,  incidiendo de forma indirecta sobre la superficie del cuadro para poder obtener el diálogo luz-sombra, cuyos efectos se verán  aumentados por el cambio de perspectivas del espectador al moverse ante la obra, que entonces adquiere toda su virtualidad y vida.

Con hilos de tejido o labrando en madera ranuras hechas con bisturí, el artista traza líneas rectas verticales y paralelas, (dice Cristina Botija del Museo Carmen Thyssen), “para sacar de ellas, -perfectas, rectas y supuestamente frías-, volúmenes impactantes, sombras y luces de representaciones muy reconocibles por cualquier observador, pero nunca antes plasmadas de esta manera”, …, “ los tonos, los detalles, las texturas los dan las luces y las sombras, que desde distintas perspectivas y distintos ángulos inciden en los lienzos”.

De esta forma, en  los cuadros monocromáticos, el color tomará distintas gradaciones tonales, conforme la luz incida  matizada o no por las sombras que proyecta el borde las incisiones sobre el fondo de las mismas.

Dice Eugenio Serrano, en el catálogo de la exposición que “todo ello es una fantasía de la creatividad del pintor no conforme con los procedimientos convencionales. …”Asís Camacho innova, satisfaciendo así su ansiedad artística, como creador”.

Por su novedad, por su interés formal y sus efectos estéticos, así como por gozar del lirismo que emana del las obras y, asimismo, de los dibujos realizados por el artista con tinta sobre papel, en los que el linealismo adquiere otra dimensión no menos sorprendente y atractiva, merece ser visitada esta exposición y los cuadros y dibujos de Asís Camacho ser contemplados y escrutados con la atención que su misterio reclama.



Asís Camacho, (Madrid, 1963), es claro arquetipo del artista postmoderno y actual, que, procediendo del mundo del diseño y de la ilustración, llega al universo del arte institucional, en un proceso natural y casi inevitable, como el que se da con las aguas del afluente, que concluyen por unirse, en un solo caudal, con las que aporta el cauce principal.

Como Hopper, ha trabajado para la publicidad y como Víctor Soler, (del que ya hemos hablado en otra ocasión), ha trabajado para el cine, haciendo animación de películas de dibujos.

Asís Camacho, es un artista plástico con alma de poeta que lleva un dolor y en su memoria  un recuerdo perenne, (“Nunca te fuiste, no me has dejado. Siempre que te necesito me escondo entre los juncos y allí nos encontramos”, -de los versículos dedicados a su padre en el catálogo de la exposición-).

Quizá por ello cabe preguntarse si es en la verticalidad de la junquera en donde se enraíza la esencialidad de su linealismo.

En todo caso el linealismo de este artista brota de tres fuentes, que conforman una sola alfaguara: En primer lugar, de una vocación , aunque sea tardía, al arte; en segundo lugar, de su solercia innata y, en tercer lugar, de una pulsión creadora e innovadora, propias de una mente inconformista, deseosa de encontrar nuevas formas de expresión, que le permitan decir aquello que siente y tal cómo lo siente, más allá de los modelos conocidos y más allá, asimismo, de simples formulaciones estéticas, pues sus cuadros tienen un alma y una poética, que trascienden a su iconografía y fisicidad.

Como se ha dicho, (Isabel Camacho, en “linealismo.com”), el linealismo es un arte que huye de la luz.

Es esta una aseveración que, proclamando una verdad esencial, resulta sin embargo engañosa, ya que, con  el linealismo,  Camacho produce cuadros, en los que luces y sombras son los fundamentos sobre los que se basa el entramado formal de sus efectos plásticos. Pero, es también verdad, que estos se potencian cuando la luz está matizada por una más bien baja potencia lumínica,  incidiendo de forma indirecta sobre la superficie del cuadro para poder obtener el diálogo luz-sombra, cuyos efectos se verán  aumentados por el cambio de perspectivas del espectador al moverse ante la obra, que entonces adquiere toda su virtualidad y vida.

Con hilos de tejido o labrando en madera ranuras hechas con bisturí, el artista traza líneas rectas verticales y paralelas, (dice Cristina Botija del Museo Carmen Thyssen), “para sacar de ellas, -perfectas, rectas y supuestamente frías-, volúmenes impactantes, sombras y luces de representaciones muy reconocibles por cualquier observador, pero nunca antes plasmadas de esta manera”, …, “ los tonos, los detalles, las texturas los dan las luces y las sombras, que desde distintas perspectivas y distintos ángulos inciden en los lienzos”.

De esta forma, en  los cuadros monocromáticos, el color tomará distintas gradaciones tonales, conforme la luz incida  matizada o no por las sombras que proyecta el borde las incisiones sobre el fondo de las mismas.

Dice Eugenio Serrano, en el catálogo de la exposición que “todo ello es una fantasía de la creatividad del pintor no conforme con los procedimientos convencionales. …”Asís Camacho innova, satisfaciendo así su ansiedad artística, como creador”.



Por su novedad, por su interés formal y sus efectos estéticos, así como por gozar del lirismo que emana del las obras y, asimismo, de los dibujos realizados por el artista con tinta sobre papel, en los que el linealismo adquiere otra dimensión no menos sorprendente y atractiva, merece ser visitada esta exposición y los cuadros y dibujos de Asís Camacho ser contemplados y escrutados con la atención que su misterio reclama.

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