En este año 2014, la Galería de
Arte “Ángeles Penche”, ha querido retomar su tradicional exposición estival de
artistas emergentes, coincidiendo con su décima edición.
Comisariada por Alicia Pérez
Bayón, la muestra recoge la obra reciente de cinco artistas: dos pintores, con trabajos sobre lienzo, y tres fotógrafos,
que graban sus imágenes sobre diversos soportes, que las actuales técnicas
ofrecen.
El discurso esencial de la
muestra y su estética inherente se han articulado sobre el color blanco, ese
blanco que “suena como un silencio que de pronto se puede comprender”, (como
Kandinsky señalara en texto recogido por la comisaria de la muestra, en el
catálogo de la misma); ese blanco que, “puede tener un significado y a la vez
su contrario: es esencia y fondo, tradición y vanguardia; color y no-color”, (como
el pintor Javier Aoiz Orduna, expresa en el mismo catálogo).
Ateniéndose a este enunciado
ideológico, los artistas presentan obras, cuyo lenguaje formal acola con el
lema.
La pintora malagueña María
Escalona, (1980), en “Juegos de Nubes”, presenta una serie de cuadros, que son
como la diégesis pictórica del firmamento nublado. Óleos sobre lienzo, realizados
con técnica muy cuidada y cierta paronomasia zobeliana, tanto en la pincelada,
como en el cromatismo, mostrando un lenguaje formal, que se mueve en un ambiguo
espacio expresivo entre la figuración y el abstracto.
La madrileña Arántzazu G. Calderón,
(1979), presenta varios grabados, que son impresión directa sobre
placas de dibond, recubiertos de metacrilato, (reproducibles en series cortas
de siete ejemplares por original). La obra de esta artista es extensa, potente
y de enorme expresividad. Su polisémica producción artística, concretada
instantáneas, composiciones, fotomontajes y diseños, demuestran un natural
talento para este arte y un potencial creativo muy extenso.
El también fotógrafo y madrileño
David de las Heras, (1982), presenta varias fotografías sobre papel fotográfico
RC, en distintos tamaños, que se acolan con la imagen recogida y las emociones
que el artista quiere trasmitir. Su actitud de búsqueda por caminos de la
heurística, le hacen investigar el potencial para la emoción, que intuye poseen
los distintos objetos y figuras que fotografía, jugando con los sentidos y las
sensaciones del observador de sus cuadros.
Las fotografías, sean grabadas
sobre dibón o sobre papel, que presenta la madrileña Inés Robledo Gómez,
(1982), tienen un sentido holístico en la expresión de los objetos
fotografiados, que recogiendo una pluralidad de elementos dispares, son
presentados como una unidad global en la que cada componente ocupa su lugar,
como las palabras en un texto y los versos en un poema.
Finalmente, la pintora malagueña
Lidia Sarria, (1982), presenta unos sorprendentes lienzos, realizados en
técnica mixta, en los que unos delusorios dibujos de rostros nos interpelan y
nos abren la mente a mil sugerencias y sugestiones. Teñidos de una tenue pintura
en tonos verde-gualda con una plasticidad pastel, esta artista consigue plasmar
en ellos su poética y trasmitirla a quienes contemplan sus obras.
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