lunes, 2 de marzo de 2015

120.03** TORRE CAÑEQUE. CRISTALES. SALA DE EXPOSICIONES BBVA. San Francisco, 2. Oviedo



 “Es fundamental inquirir el tipo de relación existente entre el objeto y su reproducción, pues el primero es sencillamente el mundo en cuanto tal, el mundo tal y como aparece y no necesariamente el modo y manera tal y como lo vemos”. Ha escrito Kerstin Streemmel, en su obra “Realismo”.


Y es que, en efecto, es cierto que una luz que sobre el objeto incide, un reflejo, una sombra, incluso los distintos puntos de observación al mismo nos harán percibirlo de forma diferente a como es en realidad.

Y sobre todo, debe considerarse, que el verdadero artista, en su proceso creativo, es capaz de ver el objeto con una percepción diferente a de la del común y así plasmarlo en el lienzo, para someterlo a la consideración del espectador.

Porque lo importante no es la descripción realista de la realidad en todas sus particularidades,- esta tarea queda para el hiperrealismo-, “sino la representación de lo “esencial”, de la “verdad” sobre la realidad, teniendo a la realidad concreta aceptada como punto de partida”, según señala la misma Streemmel, coincidiendo en ello, con la visión que tiene al respecto, el artista y profesor José Carralero, con quien Torre Cañeque comparte ideales, tras una larga amistad, trabada en la profesión.

Torre Cañeque es artista madrileña, de profunda preparación y sólida y larga carrera. Figurativa convencida, - siempre alejada del hiperrealismo-, pues, cuando pinta, lo hace interpretando el trozo de realidad elegido, que, si bien es visible a cualquiera, sin embargo es susceptible de ser representado de mil maneras, de entre las cuales la artista elige una que idealmente pergeña en su imaginación, a la vez que de manera imperativa se plantea la cuestión primordial del por qué y del cómo de aquello que tiene delante: de la sombra, del reflejo o del misterio que encierra en sí toda transparencia.

Es la pintura como acto cognitivo de la realidad. Es la pintura como puro acto heurístico.

Por eso sus pinturas son reflejo de una realidad viva que nunca se repite, como el río de Heráclito, pues la cambia el paso del tiempo, la luz y su incidencia y siempre la diferente mirada de la artista, que es germinativa y capaz de re-crear una nueva realidad, la cual a su vez es capaz de dar una nueva poética y emocionante visión de aquella.

 “Nada es menos real que el realismo. Los detalles son desconcertantes. Solo por medio de la elección, la omisión y la acentuación avanzaremos hacia el verdadero significado de las cosas”, dijo Georgia O´Keeffe, y como dice el pintor Luis Feito, “entre el deseo y la idea y su plasmación material en el cuadro hay que transitar por el abismo de la creación y salvarlo”. Así lo vive y lo “sufre”, con intensa pasión, esta artista vocacional, cuando recorre el sendero agonal, cada vez que se sitúa ante su caballete y frente al objeto, cuya imagen pretende trasladar al lienzo, sorteando el vértigo que supone “transitar por el abismo”, que siempre la acosa angustiosamente, en sus momentos de tomar las decisiones interpretativas,

Ahí están esas botellas, fruteros, jarras y vasos, inertes dibujando una soledad melancólica esperando que unos ojos se posen sobre ellos para que nos hablen, y como dejó escrito Paul Auster en “La invención de la soledad”, de repente se revelen cosas que uno no quiere ver o no quiere saber…porque por sí mismas las cosas no significan nada…, pero sin embargo nos dicen algo, siguen allí no como simples objetos, sino como vestigios de pensamientos. 

Esos pensamientos que Torre Cañeque pone sobre el lienzo, explicitando sus impresiones, -pero con una sintaxis formal de rasgos expresionistas, rigurosa y llena de vigor, con una paleta de amplio espectro cromático, en tonos matizados en gris-, impresiones e ideales que se nos transfunden cuando observamos, con visión abierta al entendimiento, los cuadros de esta colección de “Cristales”, ejecutados fundamentalmente en óleo y acrílico sobre lienzo, incluyendo otras técnicas, como el collage, con acierto compositivo sobresaliente.



Concluyendo, la pintura de Torre Cañeque  se siente y no se explica, como predicaba Baudelaire del buen arte. Los cuadros de esta artista no precisan de hermenéutica especial, pues llegan a la emoción directamente a través de una estética convincente y actual.

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