De carácter amable y socarrón,
pero analizador incisivo de personas y temperamentos, Juan Jiménez, (Madrid,
1942), es un nefelibata soñador tras sus lentes y su bigote imperial de guías
descuidadas y foulard chulapo, que le identifica. Juan es eso y un especialista
y mistagogo del dibujo, al que tiene como instrumento para expresar sobre el
papel sus visiones de la realidad, que sus atentos ojos contemplan.
Dibujante figurativo, a Juan
Jiménez, que se mueve en el espacio platónico de las ideas, se le reconoce por
un lenguaje formal abstractivo, adaptando su dibujo a la interpretación
conceptual de la realidad y adoptando la línea que más acola con el carácter
idealizado del objeto a dibujar, que él traslada al papel con su rotring para hacerla plástica y visible.
De este proceso heurístico de
naturaleza sintética y de su talante de esteta brotan la belleza y la poesía,
que son elementos esenciales e intrínsecos a sus dibujos.
De esta manera, cuando Juan
Jiménez dibuja la figura femenina, en la que la forma, definida por sus
límites, es la esencia y en sus indeterminaciones eurítmicas está su belleza,
el artista usa la línea de un solo trazo, sencilla, icástica, pero contundente
en su expresividad conceptual y plástica.
Sin embargo, como es el caso de
su colección de don Quijote de la Mancha, el grafismo desarrollado es más
complejo, como compleja es la psicología del personaje, cuyos cambiantes semblantes, según
los avatares por los que atraviesa en sus historias, quiere el artista representar.
Para recoger en sus dibujos la
intrincada idiosincrasia de esta personalidad con rasgos esquizoides, Jiménez
usa un dibujo de estructura fractal, si bien lo limita a su mínima e
imprescindible expresión, pues no va más allá de la plasmación de aquellos
rasgos esenciales, que son los signos distintivos y definitorios de su idea.
Son, de alguna forma, dibujos compuestos a modo de ideogramas del personaje,
en los que la mirada delirante o iluminada y el gesto de una boca entreabierta,
completan la inexistente totalidad del rosto al que pertenecen.
En el talento y en la disciplina y en un
concepto sólido de la belleza, basa el artista su creatividad y en la tradición
hispana, desde Goya, pasando por Picasso hasta Goñi, Serafín y Mingote, el
venero de su interpretación plástica.
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ResponderEliminarMe parece acertadísima la critica de Benito de Diego, al trabajo de Juan Jiménez, el cual para mi entender, tiene el gran mérito de saber sintetizar y decir mucho con unas pocas líneas sabiamente dibujadas.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue pintando , Orlando'S
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