jueves, 15 de septiembre de 2016

153.09* DIAZ- FAES. GALERIA DE ARTE ORFILA. Orfila, 3. Madrid





En el pintor Alfredo Díaz- Faes, (Oviedo, 1960), se concreta el significado exacto del concepto vocación, pues desde edad muy temprana atendió a la llamada del arte de forma autodidacta, hasta encontrar taller y maestro, que concretaron su carácter y método artístico, que ha seguido con rigor, investigando a la vez sobre materiales y procedimientos.


Siguió este camino agonal, en el que, con  aciertos y desaciertos, con éxitos y fracasos, acontecidos en la soledad  de su estudio, ha llegado a dar con el soporte en el que plasmar sus ideales de expresión plástica: la fibra de vidrio.

Y así como Josef Albers consiguió magistralmente que las superficies de sus pinturas fueran aterciopeladas y transmitan una sensación de movimiento, (mediante los trazos visibles y uniformes de la espátula y las variaciones en las densidades de los pigmentos, de color a color, de cuadrado a cuadrado, combinándose para crear una lene transparencia), de la misma forma Díaz- Faes logra poner transparencias, tonalidades y reflejos tornasolados en sus pinturas, con cierta similitud a los conseguidos por el maestro de la Bauhaus.

Aquí ha llegado Díaz-Faes, quien, como dice Ana María Fernández García, de la Universidad de Oviedo, en el catálogo de la exposición que presenta la galería Orfila, “domina como pocos las posibilidades de la fibra de vidrio, aplicada con delicadeza y gran pericia técnica, en obras que sonsacan su infinita riqueza de matices y posibilidades visuales”.

Si la obra de Diaz-Faes tiene concomitancias con Albers, desde el punto de vista conceptual del tratamiento del color y sus matizaciones, en esta colección el artista presenta cuadros en los que parece querer pintar sensaciones.

En efecto, a Díaz-Faes le interesa la expresión de emociones humanas básicas más allá de cualquier relación en la combinación de los colores, o la interacción entre fondo y forma.  Sus cuadros apelan a nuestras reacciones emocionales al color, como Mark Rothko lo hizo en su momento.

Lo cual se comprueba, asímismo, tanto en sus creaciones de línea constructivista y kleesiana, en donde la vibración y el contrate cromático es la tónica de las obras, en las que los colores y sus complementarios juegan a captar la emoción del espectador, como en sus creaciones suprematistas, que Malevich inauguró. En todos ellos la fibra de vidrio es el elemento esencial a su estructura formal, aplicado, generalmente, en forma de collage.


La versatilidad estilística de su obra da idea de la capacidad creadora de este artista abstracto.

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