En
el pintor Alfredo Díaz- Faes, (Oviedo, 1960), se concreta el significado exacto
del concepto vocación, pues desde edad muy temprana atendió a la llamada del
arte de forma autodidacta, hasta encontrar taller y maestro, que concretaron su
carácter y método artístico, que ha seguido con rigor, investigando a la vez sobre
materiales y procedimientos.
Siguió
este camino agonal, en el que, con aciertos y desaciertos, con éxitos y fracasos,
acontecidos en la soledad de su estudio,
ha llegado a dar con el soporte en el que plasmar sus ideales de expresión
plástica: la fibra de vidrio.
Y
así como Josef Albers consiguió magistralmente que las superficies de sus
pinturas fueran aterciopeladas y transmitan una sensación de movimiento, (mediante
los trazos visibles y uniformes de la espátula y las variaciones en las
densidades de los pigmentos, de color a color, de cuadrado a cuadrado, combinándose
para crear una lene transparencia), de la misma forma Díaz- Faes logra poner
transparencias, tonalidades y reflejos tornasolados en sus pinturas, con cierta
similitud a los conseguidos por el maestro de la Bauhaus.
Aquí
ha llegado Díaz-Faes, quien, como dice Ana María Fernández García, de la
Universidad de Oviedo, en el catálogo de la exposición que presenta la galería
Orfila, “domina como pocos las posibilidades de la fibra de vidrio, aplicada
con delicadeza y gran pericia técnica, en obras que sonsacan su infinita
riqueza de matices y posibilidades visuales”.
Si
la obra de Diaz-Faes tiene concomitancias con Albers, desde el punto de vista conceptual
del tratamiento del color y sus matizaciones, en esta colección el artista presenta
cuadros en los que parece querer pintar sensaciones.
En
efecto, a Díaz-Faes le interesa la
expresión de emociones humanas básicas más allá de cualquier relación en la
combinación de los colores, o la interacción entre fondo y forma.
Sus cuadros apelan a nuestras reacciones emocionales al color, como Mark Rothko
lo hizo en su momento.
Lo
cual se comprueba, asímismo, tanto en sus creaciones de línea constructivista y
kleesiana, en donde la vibración y el contrate cromático es la tónica de las
obras, en las que los colores y sus complementarios juegan a captar la emoción
del espectador, como en sus creaciones suprematistas, que Malevich inauguró. En
todos ellos la fibra de vidrio es el elemento esencial a su estructura formal,
aplicado, generalmente, en forma de collage.
La
versatilidad estilística de su obra da idea de la capacidad creadora de este
artista abstracto.
Me gusta mucho, muy agradecido a Benito de Diego.
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