jueves, 1 de diciembre de 2016

158. 11* JAVIER AOIZ ORDUNA DIECISEIS ANGELES PENCHE Galería de Arte. Monte Esquinza, 11. Madrid




Repite este pintor madrileño en la Galería Ángeles Peche,  presentando una obra compacta y homogénea, dentro de la figuración realista que practica, en la que es su décimo sexta exposición individual, en el año dieciséis de su carrera artística.


Realismo ecléctico, pues que en sus obras se descubre la influencia de los distintos paradigmas que han conformado la pintura figurativa contemporánea en Epaña, pero sobre todo de la figuración post-conceptual que va desde la Nueva Figuración Madrileña a la Figuración Neo-metafísica levantina.

Entre estas influencias cabe destacar su decidida apuesta por la imagen pictórica, por afrontar una regeneración de la pintura figurativa tradicional y por el carácter poético de la pintura.

En la producción pictórica de este artista está muy presente, de otra parte, el principio que rigió la obra de Joseph Alberts, bajo cuyo dictado el pintor debe expresar lo más posible con los mínimos elementos y, de otra parte, practicar una aplicación de los colores por planos, como ya los macchiaioli habían ensayado en un premonitorio “avant-garde”, casi un siglo antes.

Pintura limpia, fresca y luminosa, la de este artista (licenciado en Bellas Artes), en la que late una instintiva alma levantina, de quien se deleita con el color blanco, con que se representa la luz, (color que él mismo ha estudiado e investigado en su tesis doctoral “COLOR/NO-COLOR. Los blancos en la cultura occidental”).

Pintura en la que la luz juega un sustantivo papel en el todo y en las partes donde hay color, y donde las sombras proyectan armónicos que se integran en la composición del cuadro, ya que Javier Aoiz Orduna compone con el color, además de con las formas.

En toda su obra, cabe decir resumiendo, que el color lo domina todo: unos colores planos y lenes, que combinados con talento creativo componen bellos paisajes, sean o no urbanos, así como bodegones de enorme plasticidad. Son colores luminosos, pero suavizados y matizados por la luz, con lo que consigue un placentero efecto en el observador de su obra.


 En definitiva, una pintura para sentir, como en su momento señaló la profesora Alicia Sánchez Ortiz.

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