jueves, 9 de febrero de 2012

032.02** ANTONI TAPIES. IN MEMORIAM

                     Retrato de Antoni Tapies por TORRE CAÑEQUE

Ha muerto en su ciudad natal, Barcelona, el día seis de febrero, a los ochenta y ocho años de edad, este pintor español y también catalanista.

Antoni Tapies no fue el último pilar de la vanguardia española, (como ha titulado RTVE la noticia de su óbito), pero sí, posiblemente, el más universalmente conocido y reconocido de los pintores no figurativos españoles de la postguerra.

Venturosamente, aún están entre nosotros, y en actividad boyante, Luis Feito y Rafael Canogar, que con el malogrado Manolo Millares, -pintor matérico como es el Tapies más conocido-, Juana Francés y Pablo Serrano, fundaron El Paso, levadura de todo el abstracto español de los cincuenta y posteriores, que se consolida con Zóbel, Torner y el Grupo de Cuenca. Todos ellos dieron un periodo esplendoroso, de gran dinamismo y fuerza, a la pintura española, que vivió unas décadas de enorme influencia en el mundo, recogiendo el testigo que Picasso, Gris, Miró y Dalí les entregaban

Todos pertenecen, strictu sensu, a las post-vanguardias y en un momento u otro, viajan a París a beber de los rescoldos de las vanguardias y reinterpretan, a la española, lo que allí han visto, oído y meditado. Así Tapies, fundador del grupo Dau al Sert, se adhiere inicialmente al dadaísmo-surrealismo, (en cuya militancia pueden estar las raíces más profundas de sus posteriores propuestas formales), para enseguida abandonar su filosofía de lo espontáneo y lo subconsciente, e iniciar su personal senda de permanente y consciente investigación de formas, colores y materiales, en cuyo trayecto se encuentra con el canario Manolo Millares, aún más radical que él en ciertos aspectos.

Todo pintor informalista, como Tapies, se mueve entre las coordenadas, cuyos ejes están constituidos por las ideas de encontrar un lenguaje visual autónomo, que tenga existencia subjetiva fuera del mundo real; la de tomar postura personal frente a los postulados de la sociedad en la que convive; y en una permanente rebeldía en relación con los modos “convencionales” del arte, que Miró concretó, de forma radical, diciendo que quería “matarlos, asesinarlos, violarlos”.

A este respecto Tapies confesó que “una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerle meditar sobre el sentido de la vida”. Todo ello nos da luz en el camino hacia la comprensión de su pintura.

Tapies fue, en efecto,  un transgresor esencial, que rompió con los moldes establecidos y los rompió hasta rasgar físicamente los soportes materiales de sus cuadros con rayados, fisuras y grietas, introduciendo todo tipo de materiales nuevos, como arena, polvo de mármol, empastes y detritus, hasta reducir la imagen al propio campo textural, haciendo desaparecer todo vestigio de representación, dando autonomía absoluta a la superficie de la obra, valorada por los relieves.

Es decir, confrontó la materia frente a la forma en una consideración, cuando menos, paritaria.

Escuchemos, a este respecto, las propias palabras del artista: “Era preciso ir más lejos en la experimentación de la percepción visual puramente pictórica y se tenia que prescindir de la idea de un código, lanzándose al vacío, sólo en función de intentar hacer “evidente” lo que se busca. Comprendí también que las posibilidades de formas y colores son infinitas cuando se sale de lo que se entiende por geometrismo y se entra en el mundo inconmensurable de lo orgánico, de lo amorfo, de lo ambiguo, de la mancha, de expresionismo del puro gesto, de la caligrafía, etc., tal y como lo aprendí de la pintura china y japonesa. Pero además empecé a darme cuenta de (…) las posibilidades de un tercer elemento: la textura, que igualmente podía ser de una gran contundencia expresiva”.

Esta experimentación, esta exploración le llevó,  (estas son sus palabras), “a descubrir un día, de repente, que mis cuadros, por primera vez en la historia, se habían convertido en muros. (…)  ¡Cuantas sugestiones se pueden desprender de la imagen de un muro y de todas sus posibles derivaciones!: Separación, enclaustramiento, muro de lamentaciones, de cárcel, testimonio del paso del tiempo; superficies lisas, serenas, blancas; superficies torturadas, viejas, decrépitas; (…) campo de batalla, jardín, terreno de juego; destino de lo efímero (…) y tantas y tantas cosas que parecía que me emparentasen con orgullo a filosofías y sabidurías tan queridas por mí”.

Añadamos a esto que el artista escribió un ensayo titulado “El Arte contra la Estética” y se podrá comprender, mucho mejor, el sentido de su pintura a través un polisémico análisis valorativo de sus obras. Es por lo que, ante un cuadro de Tapies, y en general de cualquier abstracto, no cabe preguntarse cuál es su significado, ya que son muchos. Basta tan sólo con preguntarse qué es lo que me dice y si me complace.

Antoni Tapies es un informalista, pero pleno de simbolismos, como A. Cirici Pellicer, en su obra “Antoni Tapies o el arte del mundo no dicho”, descubre, encontrando en la obra de Tapies un cierto número de signos reconocibles.

Halla de forma repetida, en la organización general de sus obras, el negro contrapuesto al blanco por contraste forma/fondo, o por simetría de dos campos vecinos. Se equilibran como el blanco y el negro en el símbolo taoísta del yin/yan. Se organizan piezas a base de una T, que coincide con la simbología de la cruz, señal mítica de la Ley de Leyes, Anima Mundi”. Otras se organizan  en base a una forma de X, símbolo yuxtapuesto de la feminidad del vértice yusero y de la masculinidad en el vértice dominante: es el Axis Mundi, eje central que se confunde con el ideograma del hombre con piernas y brazo abiertos. Algunas obras están dominadas por el arco extendido, símbolo de la existencia, otras por una estructura crucial que invoca a los cuatro puntos cardinales. Están los símbolos aritméticos del + y del - . Los calderones o signos de respiro. Está el triángulo como signo Trinitario, o como signo alquímico del cuerpo, del alma y del espíritu del hombre, o como los principios Sunyat, Maya y Prana del hinduismo, etc. Todo ello puede ser descubierto, cuando sus obras son observadas detenidamente.

Terminamos, en fin, descubriendo el por qué de las sobrias coloraciones de sus cuadros, trayendo aquí lo que el propio Tapies dijo, respecto al cromatismo de su paleta: “Para mí los colores grises y marrones son más interiores, están más relacionados con el mundo filosófico”, porque en Tapies, no hay improvisación, ni casualidad. Hay meditación y método.

Hemos querido así rendir un sencillo homenaje a uno de nuestros pintores contemporáneos más conocidos internacionalmente. Uno de los más galardonados, si no el más galardonado, con obra en casi todos los  principales museos y colecciones públicos y privados del mundo.  Un pintor que a muchas personas aún les es desconocido y a bastantes les es difícil comprender el sentido y el significado de sus obras.

Desearíamos haber contribuido a su mejor conocimiento y entendimiento. Descanse en paz.

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