En
una primera mirada, aún un tanto deslumbrado por las luces de la Galería, los
cuadros colgados en las paredes, (todos ellos salvo excepciones de 50x70 ó
70x50), se nos figuraron como fotografías tratadas por medios ópticos o
digitales de foto-shop, plenas de una llamativa luminosidad, en donde los representados
brillos de los metales o cristales ejercen sobre el observador una fuerza de sugestión
que atrae a su mirada, como si del inicio de una sesión de hipnosis se tratara,
cuando las pupilas se expanden, perdiéndose la exacta percepción de los
objetos.
Tardamos
unos minutos en descubrir que las pinturas de Philipp Fröhlinch, (Schweinfurt,
19745, pero madrileño de adopción), son témperas sobre lienzo y papel, en las
que el artista muestra una maestría de virtuoso en el empleo de esta técnica,
con la que consigue cuadros que encierran una notable perfección formal, un
colorido sugestivo y frio y la percepción vertiginosa del vacío y de la soledad,
que sentimos cuando estamos en lugares hechos para ser concurridos por las
personas, pero que están vacíos en el momento cuando los visitamos.
Se
puede pensar al contemplarlas que se está ante un tipo de pintura de realismo fotográfico. Sin embargo, al
observarlas a muy corta distancia, se descubre que están conformadas por
pinceladas cortas y sueltas, pero muy bien trabadas, tras un proceso complejo y
meditado de elaboración, que pasa por la construcción previa de una maqueta, como
objeto que se mimetiza en la obra de arte.
Este
tipo de “neo-puntillismo” se puede observar en distintos jóvenes artistas
contemporáneos, como, por ejemplo, en Román Suvinyac, (artista del que ya hemos
hablado anteriormente). En sus cuadros la imagen resultante está compuesta por pequeños
golpes de color, al modo de como se observa en una fotografía digital aumentada
al máximo. Esto nos hace pensar que estos nuevos artistas practicantes de esta
técnica han estudiado la imagen a partir de las virtuales representaciones digitales,
que son acumulación del píxeles o unidades mínimas de color, dispuestas según
un orden estudiado.
Digamos,
concluyendo, que estas temperas, estas “Miradas Remotas” tienen un algo de
mágico: fascinan a la vista e inquietan el ánimo.
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