lunes, 14 de enero de 2013

060.01* PATRICIA VAN DIONAT, RICARDO SAN JUAN, AMPARO ALFONSO GARCÍA, ALMUDENA SALAMANCA NORMANDÍA GALERÍA DE ARTE KREISLER. Hermosilla, 8.Madrid



Reunión de tres pintores figurativos y una pintora abstracta en esta veterana y prestigiosa galería.

Todo se explica si tenemos en cuenta que los cuatro pintores han asistido, como alumnos y becados, (discípulos se diría en aquel entonces), a los talleres del maestro hispano-chileno, afincado en Madrid-Chinchón, Guillermo Muñoz Vera, cuyo método pictórico, según confesó a Fernando Díaz – Plaja, en 1991, se basa en pintar “ a la manera de…” los pintores que ha copiado y copia y que van desde Antonio López a Miguel Ángel, pasando por Velázquez, Zurbarán, o cualquier gran maestro que le sirva para solucionar los problemas que le plantea un escorzo o la torsión de una mano, la composición de un grupo o la armonización de colores.


Todos estos artistas, “con una técnica que combina la fotografía, la informática y los pigmentos al óleo”, (conforme indican en el catálogo), conjugan tradición y contemporaneidad y toman, para esta exposición, los paisajes de Normandía, como objeto común de interpretación, y, tres de ellos, bajo pautas de un claro y marcado realismo, matizado por las subjetivas interpretaciones que cada artista hace del modelo.

Patricia van Dionat, (Madrid, 1962), Ricardo Sanjuán, (Reinosa, 1953) y Amparo Alfonso García, (Murcia), cada uno con sus personales improntas y lecturas de la realidad, presentan una cierta homogeneidad o unidad estilística y de paleta, que proviene, sin duda, de su común paso por la escuela de Muñoz Vera.

Son cuadros de artistas muy capacitados y con grandes recursos de lenguaje, adquiridos mediante un intenso periodo de formación y ensayo. Obras de depurada factura formal, dotados de una expresa poesía, que llega al sentimiento y despierta la emoción, tanto sea en la contemplación de un paisaje, de un mar en movimiento que se abate cadencioso sobre la playa, como de composiciones de elementos y objetos de uso común.

Estos artistas han apostado por una estética de la belleza, en su sentido más tradicional, dotando a sus cuadros de una desbordante potencia comunicativa, con la que alcanzan de forma eficaz su finalidad teleológica: Satisfacer el sentido del gusto y dejar una obra consistente e inteligible a las futuras generaciones en un continuum cultural.

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