Quizás
incluir a la llamada “Movida Madrileña” dentro de los movimientos
contraculturales, -como Theodore Roszak denominó a estos fenómenos-, de la que ella
sería parte esencial, puede ser improcedente, dada la limitada influencia que
tuvo en el tiempo y en el espacio.
Pero
lo que es innegable es que la “Movida” existió y ha dejado testimonios
materiales y morales, en el sentido más sustantivo de la palabra, y un recuerdo
colectivo de su realidad y de su mito, que se ha convertido a nivel ecuménico,-
más por lo segundo que por lo primero-, en un lema, que despierta simpatías y evocaciones
imaginarias, y por ello más excitantes, en quienes la mentan.
No
es discutible que la “Movida” supuso
una alteración en el normal devenir del arte en España y en las costumbres de
aquellos tiempos y puede asegurarse, sin graves riesgos de exageración, que
estuvo impregnada de una rebeldía y una espontaneidad, que fueron las palancas mediante
las cuales aportó una manera nueva y genuina de sentir el arte en sus más
diversas manifestaciones.
Desde
luego no tuvo la trascendencia de lo que, en su momento, tuvieron las “Vanguardias”,
entre otras razones, porque carecía de un sustrato teórico-filosófico, que
moviese la actividad intelectiva de sus integrantes, que se limitaban a vivir
un existencialismo relativista.
Así,
las gentes de la “Movida” se expresaron a través de la música, trayendo el punk
y otros ritmos folk; del cine, con Almodovar, Trueba, Colomo y Zulueta; de la
literatura y su sub-genero, el comic, en donde, Ceesepe, (Carlos Sánchez Pérez)
y El Hortelano, (José Alfonso Morera Ortiz), -hoy pintores que gozan de reconocimiento
mundial-, velaron sus primeras armas, al amparo de editoriales nacidas al calor
del movimiento; de la prensa, con la aparición de algunas decenas de fanzines,
de intensa vida, pero corta duración; de la moda, con Ágatha Ruíz de la Prada,
como paradigma; de la fotografía, con Ouka Leele y los hermanos Pablo y Luis
Pérez Mínguez; de la pintura, con Alfonso Albacete, Carlos Alcolea, Carlos
Franco, Luis Gordillo, Rafael Pérez Villalta y un largo etcétera; y de otras
facetas de la comunicación social.
Todo
ellos se relacionaban en los locales nocturnos del barrio de Malasaña y
aledaños, algunos de los cuales superviven, manteniendo el espíritu del
movimiento, un tanto petrificado, por lo que supone haberse ya constituido en
“instituciones”, que se desenvuelven adaptadas a las necesidades y exigencias de
las nuevas generaciones, si bien conservando una adicta y “madura” clientela,
que vive sus noches y espectáculos con la nostalgia de aquellos “tiempos
mejores”.
Conviene
señalar que en cuanto a pintura y dibujo se refiere, la “Movida” no crea ningún
movimiento específico en relación a la concepción del arte, pues prácticamente
la totalidad de los artistas que viven dentro de su mundo los años tempranos de
sus carreras, están inscritos dentro de lo que se ha venido en llamar la “Nueva Figuración Madrileña”, desarrollada
en los años setenta. Los que se consagran a su calor, sin figurar en la nómina de
esta corriente artística, terminan adoptando los paradigmas y pautas estéticas
que desarrollan aquellos integrados en la Nueva Figuración.
Coincidiendo
con el trigésimo tercer aniversario del concierto celebrado en homenaje a
Canito, (muerto en accidente de tráfico), efemérides que se ha tomado como
punto inicial de la “Movida”, la Galería Amador de los Ríos, ha organizado esta
exposición, recogiendo obra pictórica, gráfica y fotográfica, de diversos
artistas que participaron en aquel movimiento.
Encontramos
obra en distintas técnicas de artistas de la Nueva Figuración Madrileña, tales
como: Carlos Alcolea (1949-92), Chema Cobo, Carlos Franco, Luis Gordillo,
Sigfrido Martín Begué (1959-2010) y Guillermo Pérez Villalta, de alguno de los
cuales ya hemos tenido oportunidad de hablar en ocasiones precedentes. Figuran obviamente
nombres nacidos el calor de la “Movida”, decimos: Juan Antonio Aguirre, Alfonso
Albacete, Jaime Aledo, Dis Berlín, Carlos Forns, Herminio Molero, Manolo
Quejido y Javier Utray (1945-2005).
También
la fotografía está representada por dos carismáticos artistas, que se integran
en la “Movida”, para ser testimonio de su espíritu, nos referimos a Pablo Pérez
Mínguez- PPM (1946-2012), con sus fotografías de los tipos frikis y
estrambóticos que deambulaban por las noches de Malasaña y a Bárbara Allende
Gil de Biezma.- Ouka Leele y sus fotos que hablan explicando situaciones.
Merece
la pena acudir a contemplar las varias docenas de cuadros expuestos, máxime si
se piensa en que, a medida que pasa el tiempo, cada vez se hace más difícil
reunir obras, que estos artistas realizaron bajo los impulsos vivenciales de
aquel movimiento, que quiso encontrar un camino más abierto a la espontaneidad
y a la provocación, y que el coleccionismo va retirando de la circulación.
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