Este artista chileno, (Santiago
de Chile, 1980, afincado en Madrid), en su intensa carrera como pintor, ha
llegado, en su indagación de la naturaleza y esencia de la pintura, a la misma
conclusión a la que llegó Piet Mondrian, cuando afirmaba que el arte debe ser,
antes que nada, una investigación de lo
absoluto subyacente en toda realidad fenoménica.
De la abigarrada, por su variada
temática, colección expuesta nos retienen especialmente la atención aquellos cuadros
que presentan una acentuada originalidad y una carga heurística notable,
evidenciando un alto nivel creativo de su autor y una tenacidad en la
exploración nuevas formulaciones expresivas y estéticas.
Es evidente que el artista ha
seguido un proceso paralelo, al que su prístina vocación le impele: el
hiperrealismo, por el que construye interesantes cuadros que se concretan en
forma de bodegones, interiores y paisajes.
Pero, por ese otro sendero
paralelo, ha llegado a la concreción de una figuración icástica por su
simplicidad, por el uso de recursos pictóricos limitados a muy pocos colores, por
el énfasis en la experimentación con los mismos y por lo esquemático del dibujo,
todo lo cual le lleva a realizar unas obras de alto contenido poético y mistérico,
en las que cualquier elemento iconográfico está ausente.
Pues así como Albers, desde una
posición radicalmente abstracta, se
aplicó al análisis sistemático de los colores, hasta encontrar unas
incandescencias y plasticidades, que transforman al color en ilusión
perceptiva. De igual forma, Caamaño, desde un posicionamiento absolutamente
antagónico, basado en la figuración realista, consigue unos similares efectos en
sus “Papeles”, logrando que concentremos nuestra atención, tanto en los lenes acentos
figurativos con que se dibujan las líneas del papel doblado, como en los
colores matizados por las inflexiones de la luz al incidir sobre los distintos escorzos
que el papel presenta y por las sombras proyectadas.
Realizados al socaire del
paradigma albersiano de “efecto máximo, con mínimos medios”, las formas quedan
reducidas a las simples líneas que delimitan los planos, en que las distintas
intensidades de la luz reflejada perfilan la polifacética superficie mimetizada
en el lienzo.
Son obras convincentes, de un
indudable interés artístico.
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