La
iconografía que desarrolla este polifacético artista belga es recurrente en
esta colección de dibujos, que expone bajo el título de “hunter-gatherer”: Un
hombre, un ser humano, al que acompaña un galgo o un podenco, ambos en
actitudes extrañas y no verosímiles, en espacios desolados y en ocasiones
imposibles, solamente entendibles desde el umbral de los sueños, al igual que,
desde esa misma óptica, puede comprenderse la obra del surrealista Max Ernst.
Hans
Lemmen, (Venlo, 1959), realiza unos dibujos muy personales y reconocibles,
mediante los que transmite sensaciones de devastación y angustia, que vienen
acentuados por los tenues colores grises, que consigue con una técnica por él
desarrollada.
Mediante
esta técnica, las hojas, sobre las que va a dibujar, son pigmentadas con tintes
ocres, a través de un tratamiento con óxido de manganeso. Posteriormente, cada
una de sus caras son tratadas con una disolución de caseína. De esta forma
logra que la tinta con la que dibuja permanezca suspendida entre las capas de
caseína, pudiendo volver a generar más líquido en fases posteriores del dibujo.
Con
ello consigue que el papel tome un cierto aspecto apergaminado, que acentúa la
atemporalidad de las imágenes dibujadas sobre él, a las que el artista quiere imprimir
un hálito de ucronía.
Los
dibujos de este artista encierran simbolismos y metáforas de realidades arquetípicas
que afectan al ser humano en su globalidad de especie y a cada individuo, como espécimen
individualizado en su propio biotopo, pero concebido como territorio no
confortable, cuando menos.
La
exquisitez, seguridad e intencionalidad de los rasgos y su capacidad para
representar el íntimo drama humano dotan a los dibujos de este artista de una particular belleza y una
muy personal taxonomía.
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