miércoles, 18 de abril de 2018

178 04* MICHELE DEL CAMPO . DAYDREAMERS . ANSORENA GALERIA DE ARTE. Alcalá, 52. Madrid





Si hubiera que encuadrar en algún estilo a Michele del Campo, (Sannicandro Garganico, Foggia, 1976) lo situaríamos evidentemente dentro de la neo figuración realista.

Y ello sin duda, puesto que su pintura se mueve en la frontera que separa lo que se cree de lo que se sospecha, actitud que supera los límites en los que normalmente se mueve la pintura hiperrealista, la cual copia, en sentido estricto, lo que ve, sin otra pretensión.


Porque lo importante, no es la descripción realista de la realidad en todas sus particularidades, “sino la representación de lo “esencial”, teniendo a la realidad concreta aceptada como punto de partida”, según señala Kerstin Streemmel y Michele del Campo consigue.

Sin embargo, este pintor aún joven, pero con un gran recorrido y aceptación artísticos, al pintar la realidad visible, muestra, al mismo tiempo, aquello invisible, que se intuye en las actitudes de las personas figuradas en sus cuadros.  

En sus retratos plasma sus almas, impresas en sus ojos y en sus gestos, que traslucen los pensamientos en los que están sumidos, pues el artista logra dar materialidad a la inmaterialidad de los espíritus de sus personajes retratados.

Así se comprueba, cuando muestra en sus lienzos a los “daydreamers”, como parte de una juventud ociosa, insatisfecha con su existencia, sin objetivos y paralizada por el egocentrismo y el anestésico confort hedonista. Una “beautiful people”, cuya belleza capta y expresa con singular destreza.

Son sus cuadros como ventanas abiertas a la vida y a la ensoñación, mediante una pintura de gran realismo, rigurosa en sus planteamientos formales, cálida por su paleta, destacando, como elemento diacrítico, la vibración: En ellos vibra la luz y con ella el color, vibran los reflejos y también vibran las sombras.

Este pintor, de técnica muy depurada, sincretiza en sus cuadros cuanto hasta el presente se ha avanzado en la figuración realista, ahora bien cada cuadro es una exégesis personalísima de la realidad que observa.

Pues no en vano, él mismo lo confiesa, entre los pintores que más le han influido están: El español Joaquín Sorolla, para saber captar y expresar la luz y sus reflejos; el norteamericano Andrew Wyeth, para dar lirismo y poesía a sus cuadros; y el chino Liu Xiaodong para dar fuerza y vida a las pinceladas.


Dibujo, luz y una riquísima paleta, que desarrolla toda la gama de colores imaginables, que el artista maneja en acabadas y muy cuidadas composiciones, de enorme plasticidad, de notable entonación rítmica y de gran belleza, buscada y conseguida.




BENITO DE DIEGO GONZALEZ
Miembro de las Asociaciones Internacional,

Española y Madrileña de Críticos de Arte

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