Se
conecta con las obras del pintor Heli García, (Granada, 1983), con la inmediatez de la sinapsis y, a través de ellas,
con lo prístino, lo vigorizante y con lo saludable, pero también con lo
entrópico y con lo inevitablemente agresivo del entorno que ofrece la
naturaleza al ser humano.
Pertenece
este pintor a una generación cuyo discernimiento de la realidad está
íntimamente ligado a lo digital. En este sentido, su trabajo pictórico va
dirigido a lanzar una mirada sobre esa realidad, con el propósito de superar la
acumulación iconográfica con que los medios nos saturan, por lo que, como el propio artista ha manifestado, su aspiración
como pintor le ha llevado a aportar algo ajeno a las normas y leyes existentes
en el mundo real, pero no ajeno al mundo mismo. Este elemento ajeno se
encuentra, fundamentalmente, en la propia materialidad del acto pictórico.
En efecto, Helí García hace una propuesta muy personal
y reconocible mediante una pincelada
vigorosa, practicando un particular y trabajado divisionismo, en donde
predominan los verdes, azules y blancos y que da al cuadro una luminosidad y
viveza, que no deja impasible a nadie desde
el mismo momento que el observador se pone en presencia de sus obras.
Interesado, en el inicio de su diégesis pictórica, por el expresionismo abstracto, el pintor se
fue reconciliando poco a poco con la figuración, como expresión pinacular del
arte pictórico.
De
otra lado, la mayor parte de sus actuales motivos pictóricos remiten a
episodios de la infancia, y a sus vínculos con la naturaleza; dos ámbitos que
apuntan a recuerdos particulares, -“Los días verdes” se convierten en la realidad de
García, en un Taiwán que ya quedó lejos-, los
cuales son trascendidos para desembocar en un territorio universal, donde se
expresan cuestiones vinculadas al poder, la vanidad, el paso del tiempo o la
inocencia, a través de los cuales el artista pone de relieve la dimensión
lírica que está implícita en el cuadro.
Para
ello, somete a la imagen a diversos procesos de distorsión de la realidad a
través de un expresionismo gestual de fuerte carácter, cuyas raíces están en
sus primigenias prácticas del expresionismo abstracto.
Y
es que las imágenes de Helí García nos resultan, también, extrañamente
familiares; están elaboradas con pinceladas densas y gestuales que desvirtúan
el sentido realista de la mímesis, para hacer más directo el acceso a la
emoción. En cierto sentido, el artista asume en su procedimiento pictórico el
funcionamiento de la mente humana, que no puede almacenar en la memoria
consciente todo lo captado por los sentidos y olvida gran parte de nuestra
información referencial.
Helí García relata, en fin, pictóricamente sus
encuentros con él mismo y con una realidad imaginada, en cuadros plenos de total energía y
comunicabilidad, que transmiten directamente emociones muy vinculadas a
nuestros recuerdos y a la poesía.
BENITO
DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro
de la Asociaciones Internacional,
Española
y Madrileña de Críticos de Arte
14/01/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario