El
título de la exposición, “Cars and Girls”, parece que proviene de una canción,
que lanzó a la fama, allá por 1988, al grupo británico “Prefab Sprout”, en la
que su líder McAloon afirmaba que “algunas cosas lastiman más, mucho más, que
los coches y las chicas”.
La
balada, nos dicen en la página de presentación de la muestra, llegó a formar
parte del conjunto de aquellas canciones relacionadas con la pasión de viajar al
volante y soñar con chicas atractivas y seductoras, que por la época era moda en
las sociedades avanzadas.
Es
posible y coherente que éste sea el espíritu abstractivo que ha movido la idea
del artista, pues los automóviles y las chicas son componentes permanentes en
sus cuadros.
Cars
and girls, coches y chicas, se mueven en distintos ámbitos, que definen, por su
luz y extensa y armoniosa paleta, ambientes placenteros, atrayentes, que evocan
una apacible y deseable felicidad; la misma que emana de aquellas viejas
superproducciones musicales en tecnicolor del Hollywood en su época más
esplendorosa.
Los
cuadros de Jorge Hernández son como viñetas, como escenas cinematográficas
congeladas de historias posibles, en espacios donde el tiempo se ha parado y con
él la dinámica de los seres que los habitan junto a “clásicos” automóviles, con
los que forman conjuntos en donde lo anacrónico, lo extemporáneo y lo
surrealista dan significado conceptual a la escena representada.
De
otra parte, sus obras constituyen sin duda unas particulares y artísticas formas
de pictograma: Son como signos de un sistema basado en unas figuras
trascendidas de significados, en los que el artista ha suprimido todos los elementos
superfluos, por ello innecesarios, pero ha añadido otros, de carácter
surrealista, que completan el cifrado de los mensajes implícitos en ellos.
Con
pinceladas cuidadas, colores puros y composiciones formales armónicas, presentan
los cuadros de Jorge Hernández una señalada paronomasia con la pintura pop de
los sesenta-setenta, quizá sea por los anacronismos contenidos en sus cuadros, quizá porque las escenas
representadas, con pincelas cuidadas y fluidas, evocan “prima facie” el
espíritu pop de la cotidianidad y de lo
usual.
Sin embargo, un análisis en profundidad de las
representaciones de Hernández pasa por detenerse en los detalles que rodean a
los personajes, pues nada es, tan solo, lo que a simple vista parece, ya que
hay mucho simbolismo en ellas, que exige un mínimo de reflexión.
Teniendo
en cuenta todas estas consideraciones, las obras de este artista deben ser
contempladas bajo una concreta hermenéutica, en la que hasta los títulos de las
obras son significativos para llegar a su cabal comprensión y goce, más allá
del puramente estético, que lo dan y en alto grado.
BENITO
DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro
de la Asociaciones Internacional,
Española
y Madrileña de Críticos de Arte
12/01/2019
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