En
el patío cubierto de este magnífico edifico del arquitecto Velázquez Orozco, -demostración
de su personal estilo modernista de finales del XIX -, ha sido instalada una
exposición, que recoge obras de dieciséis mujeres artistas, las cuales pretenden,
-en boca de unas de sus comisarias, Linda de Sousa-, dar homenaje a las mujeres
maltratadas de todo el mundo, en sintonía con la celebración del “Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia Doméstica”, instituido por las Naciones Unidas, a celebrar los 29 de noviembre de todos los años.
Dedicarse
a la ambigua profesión de “sus labores”, siempre ha sido sinónimo de desarrollar
una ocupación de segundo orden, reservado con exclusividad a la mujer y,
específicamente, al “ama de casa”. Así fue y así sigue siendo en la casi
totalidad de las sociedades mundiales.
Pero
eso es, venturosamente, casi historia en el mundo occidental desarrollado. Sin
embargo, resulta notable y sorprendente comprobar que ya hay mujeres cultas,
preparadas, trabajadoras y magníficas profesionales, que muestran cierta
pesadumbre por la pérdidas de algunos valores vigentes en aquel tiempo pasado,
- que, desde luego, en determinados aspectos, no fue mejor-, en el que la
condición de “ama de casa” era socialmente preterida y el trabajo en “sus
labores” era cuando menos ignorado.
Así,
MaríaTecla Portela Carreiro, -intelectual lusista, escritora, periodista y
crítica de arte-, reconoce en la introducción del catálogo de la muestra, que hoy ser ama de casa es “una misión
desestimada, de difíciles y contradictorios planteamientos, cuyo abandono ha
resquebrajado nuestro todo y ha hecho temblar nuestros cimientos hasta lo más
profundo”. Tremendo alegato, que presagia o anuncia un incierto futuro a
nuestra “progresista” sociedad y que nos hace formular la pregunta de si, en
determinados aspectos esenciales para el desarrollo humano, se ha avanzado o
retrocedido, máxime cuando empezamos a recoger sus frutos en forma de multitudes
de niños desarraigados y de jóvenes desmotivados y vitalmente escépticos y masas
de adultos transitando sin ilusiones y ansiosos de compañía, agobiados por la
soledad y angustia.
Todo
eso, y quizá más, quieren expresar estas artistas con las obras expuestas en
esta muestra, tal y como lo hace la polivalente Linda de Sousa, - como se ha
dicho, comisaria de la exposición junto con Antonia Dávalos, también expositora-,
con un cuadro expresionista, de técnica e impresión digitales sobre lienzo,
titulado “¡¡¡Liberadme!!!” y su instalación “Transparentes”, de hondo contenido
conceptual. Obras ambas de gran plasticidad y plenas de significados y
simbolismo, ejecutadas con un lenguaje iconográfico recurrente de figuras
representativas de mujeres, en dibujos evanescentes realizados con una gran
economía de seguros y firmes trazos.
Paloma
Peláez Bravo, profesora de pintura de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, reconoce
que el ritmo vertiginoso de la sociedad le ha hecho sentir la necesidad de
“plasmar una revisión pintada de las variadas dimensiones que toma su día a
día, como el de otras muchas mujeres, en la sociedad actual”. Así, presenta el
cuadro “Mater-Natura: Vita”, -óleo sobre lienzo-, impresionante en su temática y semántica compositiva, casi
monocromo en colores sienas y ocres matizados por acertadas veladuras, en el
que muestra al recién nacido enfrentado, en soledad, a un entorno extraño entre
protector y hostil.
Resulta
reseñable, asimismo, el provocativo cuadro abstracto, -en acrílico sobre lienzo-,
de la mejicana Aidee de León, -licenciada en Artes Visuales en la UNAM del país
azteca-. Cuadro colorista y bien compuesto, que la autora titula “Profesión:
Sus deberes” y muestra el mundo heteróclito de los pensamientos de la mujer ocupada
en la multiplicidad de deberes que le acosan, pero que sabe iluminar al tiempo
que se mueve por los espacios entrópicos, propios de la intuición y la
sensualidad femeninas, en permanente indagación de lo que debe ser, para
aumentar su capacidad de construir nuevas redes de ideas, de acciones, de
planteamientos e interacciones, desde repensar la idea de casa hasta el deber
ser ‘creativo, como ella misma explica..
Nos
llamaron, en fin, la atención las esculturas de Liane Katsuki, en broce
patinado, con claras resonancias orientalistas y exóticas, que trasmiten, -como
el desaparecido maestro Antonio Cobos dijo de ellas-, “el carisma de su propia
personalidad femenina”, y atesoran las vivencias y enseñanzas recibidas en las
escuelas de arte de París y Tokio, donde Liane Katsuki estuvo asimilando
conocimientos.
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