miércoles, 26 de noviembre de 2014

115.12* BALAGUERÓ. SOLITARIOS. KREISLER GALERIA DE ARTE. Hermosilla, 8. Madrid



José Balagueró, (Zaragoza, 1930), de largo recorrido y segura trayectoria. Es un artista sólido, que ha consolidado su estilo, su lenguaje pictórico, basado en dos vectores intelectuales: En la asimilación de la cultura artística de los distintos lugares en donde ha fijado su residencia,- Zaragoza, Madrid, Chinchón, Formentera, Zurich, Paris, Lille y Chicago-, y, de otra parte, en el estudio profundo de quién ha sido y es su luminaria referencial: el vanguardista Paul Klee, hurmiento del ideario que guía su actividad creativa , pues del suizo-alemán ha tomado y hecho suyo el principio de que, lo esencial en la obra de arte, no es la forma en que se concreta para su contemplación, sino el proceso que conduce a ella.


Principio de gran carga subjetivista, que Balagueró aplica concienzudamente a su diálogo heurístico con el lienzo, descubriendo paulatinamente formas, colores y contrastes que se convierten en nueva plataforma, desde la cual se lanza a recorrer un ignoto pero intuido nuevo camino creativo, hasta dar por finalizada la obra: eureka arquimediano mediante la cual celebra su triunfo, como encuentro consigo mismo.

Cada cuadro que inicia, en fin, es un camino agonal que el artista comienza hasta llegar a cantar su epinicio triunfal, de donde, sin duda, saca fuerzas para seguir impertérrito en su quehacer creativo.

En esta ya su larguísima etapa post-figurativa, las obras que este adelantado del arte abstracto en España presenta en esta colección, bajo el título de “Solitarios”, tienen trazas suprematistas y cierta paronomasia pictórica con la obra miroiana característica.

Coherente con sus postulados, en sus cuadros abstractos Balagueró desarrolla , - acrílico sobre lienzo-, unas teorías caóticas, en las que formas y colores, componiendo un universo entrópico y fractal, toman en cada cuadro un aspecto genuino, pero de autoría reconocible, porque el artista es a la vez y paradójicamente, sorprendente y predecible.


Los cuadros de Balagueró no precisan de hermenéutica alguna para su comprensión, su simple contemplación explica su estética sensible y su fondo ideal, en un sentido platónico de los términos: Proceso y resultado se han objetivado en una misma cosa de la que emana una cierta sensación cinética.

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