lunes, 29 de mayo de 2017

166.05** LA REVOLUCIÓN IMPRESIONISTA. IV.- EL POSTIMPRESIONISMO Y LOS FAUVES


                                                                 Tolouse-Lautrec


LA REVOLUCIÓN IMPRESIONISTA
IV.- EL POSTIMPRESIONISMO Y LOS FAUVES

IV. 1.- EL POSTIMPRESIONISMO

La crítica y la ensayística  actuales identifican al postimpresionismo con el periodo en el que  Cézanne, Van Gogh, Gauguin y Toulouse- Lautrec realizaron, tras sus respectivas experiencias impresionistas, sus obras, las cuales tienen, como características comunes, la sustitución de la sensación de fugacidad formal de la pintura impresionista, por la solidez de las composiciones y el abandono de la estricta adhesión al naturalismo, que se sustituye por la expresión acentuada del motivo, introduciendo en la pintura una dimensión emocional, que carecía  de precedentes. Dicho lo cual y dentro de este marco común, es evidente que cada autor presenta unas singularidades marcadamente diferenciales en sus expresiones plásticas y en sus aportaciones a la modernidad, pues nunca actuaron como grupo o movimiento.


El  postimpresionismo discurre por  una doble vía: De una parte, con Paul Cézanne, (1839-1906), se retorna a una concepción de la pintura más formal, más racionalista, objetiva e  intelectual. De otra parte, se acentúa la importancia del tema, y se tiene una concepción del motivo más irracional, emotiva y apasionada, tal como muestran la obra de Vincent Van Gogh, (1853-1890), y, en muchos casos, la de Paul Gauguin, (1848-1903), cuya obra está penetrada por una fuerte carga de significados simbólicos. Y Henri de Tolouse- Lautrec, (1864-1901), que se sitúa en la misma línea de atenta observación de la realidad, en que estaba posicionado Degas.

Tolouse-Lautrec sigue una trayectoria vital, -desde su castillo familiar en Albi hasta el Montmatre más barriobajero- que, aun hoy, continúa siendo una historia que cautiva, pues a pesar de su deficiencia física tuvo el tesón de convertirse en uno de los nombres más populares y de los artistas más célebres de su generación.

En 1886, en el taller de Cormon, conoce a Van Gogh, Èmile Bernard, (1868-1941), y Louis Anquetin, (1861-1932), y los cuatro amigos empiezan a exponer bajo el nombre de los “impressionnistes du petit boulevard”. Tolouse-Lautrec experimenta con perspectivas muy forzadas, tomadas de los grabados japoneses, con un dibujo nítido y temas de los bajos fondos parisinos, pero siempre como testigo benevolente y nunca como acusador de los vicios de la ciudad, retratando a los personajes del Montmatre del lupanar y el cabaret, con una mirada tierna y comprensiva, sin cinismo ni arrogancia. Con el retrato de las divas del Moulin Rouge, inaugurará una nueva manera de pintar, de una gran simplificación y austeridad de recursos, pero con una asombrosa capacidad expresiva.

Vincent Van Gogh sincero, apasionado, y autodestructivo, siempre en estado de extrema tensión anímica, (en el que algunos ven locura),  y con una capacidad perceptiva hipersensible, es otra de las caras del postimpresionismo: Representa el espíritu de lo dionisiaco, expresado en un desenfrenado paroxismo de color y luz dramática, que recoge los cambiantes estados anímicos del pintor. Su pintura, lúcida y sincera, fue embriaguez de color, constituyendo una visión emocionante de su realidad interior.
              Vincent van Gogh

Desde su llegada a París, en 1886, junto a sus amigos recién conocidos en el taller de Cormon, pinta los barrios de la ciudad, con un uso muy expresivo e intenso del color. En febrero de 1888, viaja a Arles, siguiendo su sueño de crear una comunidad artística en el sur, pero esa comunidad se estaba creando ya en el norte, en Port-Aven, liderada por Gauguin.

En esos momentos trabaja con el poder de sugestión de los colores y con el significado simbólico que estos proporcionan. En este sentido escribía a su hermano explicándole que “en lugar de reproducir exactamente lo que tengo ante mis ojos, empleo el color de una manera más arbitraria, a fin de expresarme con vigor”, en frase premonitoria del fovismo.

Por esas fechas, consiguió convencer a Gauguin para que trabajara con él en Arles, viviendo juntos, en la famosa casa amarilla, durante nueve intensas y accidentadas semana. En contacto con Gauguin, Van Gogh acentuó su familiaridad con el sincretismo radical, con planos lisos, destacados mediante cerquillos marcados y oscuros, en una explícita referencia al estilo de Gauguin, tal como muestra el cuadro “El salón de baile en Arles”.

Después de ausentarse Gauguin, que volvió a París, -tras el conocido incidente en el que Van Gogh se cortó una oreja-, se internó voluntariamente en Saint Remy. Sus autorretratos ponen de manifiesto su sufrimiento, con el que terminó en Auvers-sur-Oise, - estando bajo la protección y los cuidados del doctor Gachet-, disparándose un tiro en el pecho el 27 de Julio de 1890.

Paul Gaugin, -del que ya se ha hablado anteriormente por la influencia decisiva que tuvieron sus ideas y pintura sobre los pintores Nabis-, superó al impresionismo estableciendo un lenguaje formal más consistente, llegando a una síntesis plástica mediante la aplicación de un sintetismo técnico. Pintor en permanente crisis, estuvo siempre interrogando a su destino, sin lograr jamás encontrar respuesta. Paradigma de la evasión real, en nada romántica, impelido por la más acuciante necesidad, fue a buscar, en un pueblecito de la Bretaña, “lo salvaje y lo primitivo”, que finalmente encontró en las almas primarias de los aborígenes polinésicos y en la naturaleza no contaminada de las islas del sur, pero ciertamente nunca halló la calma espiritual.
                                                           Paul Gauguin

Gauguin supone una nueva manera de pintar, sintética y esencial, que elimina los detalles y distribuye el color en amplias zonas, para contonear las formas por un trazo negro, rechazando a la vez, la expresión natural del paisaje: “No copies demasiado exactamente la naturaleza. El arte es una abstracción, sacadlo de la naturaleza, soñando ante ella y pensad más en la creación, que en el resultado”, decía Gauguin adelantándose varios lustros a las vanguardias.

Paul Cézanne superó los aspectos de provisionalidad del impresionismo con una pintura concreta y sólida, con formas estructuradas, conservando del impresionismo el uso del color puro, que le servía para modelar el espacio pictórico, con el que reemplaza el dominio de la luz, que se convierte en formas junto al color, al ser absorbida por los objetos. Cézanne se esforzará por otorgar a sus composiciones una estructura arquitectónica, basada en planos fuertemente consolidados mediante un análisis racionalista de la realidad contemplada.
             Paul Cazanne

Su obra solamente fue conocida, por largo tiempo, por sus colegas impresionistas y por los postimpresionistas Van Gogh y Gauguin, pero es la generación posterior la que aceptó, tras su muerte, todos los postulados formales y estéticos que Cézanne proponía. Llegándose por este conducto al cubismo a través de Dufy, Derain y, sobre todo, Braque. Tanto Matisse, como su antagónico y rival, Picasso, consideran a Cézanne “el padre de todos nosotros”.

IV. 2.- EL FAUVISMO

Constituye el fauvismo la primera vanguardia del siglo XX y fue un movimiento polémico, pletórico y exuberante, basado en la exaltación de los tonos puros, que situó la independencia del color en el centro del debate artístico. Los fauves removieron los fundamentos del arte pictórico de su tiempo con un innovador tratamiento del color, la factura enérgica y la libertad de ejecución, como firmes defensores de la autonomía individual y de la capacidad de la pintura en sí misma como medio de expresión

Los primeros contactos entre los artistas que posteriormente serian conocidos como los fauves, se remontan a finales de la década de 1890, cuando Henri Matisse, (1869-1954), George Rouault, (1871-1958), Albert Marquet, (1875-1947), Henri Manguin, (1874-1049) y Charles Camoin, (1879-1965), coincidieron en la Escuela de Bellas Artes de Paris, en el estudio del simbolista Gustave Moreau, maestro atípico, que incitaba a sus alumnos a expresarse libremente a través del color y a buscar la autonomía pictórica, enseñanza bien aprendida por estos artistas, de forma tal que cada fauve siempre expresó en sus cuadros sus características personales, enfatizando su propio método y la individualidad estilística de su pintura.
              Henri Matisse

El grupo de alumnos de Moreau, liderado por Matisse y al que pronto se sumaron otros jóvenes artistas, como Jean Puy, (1876-1950), Andre Derain, (1880-1954) y Maurice de Vlaminck, (1876-1958), comenzó tempranamente a experimentar con los colores puros y las pinceladas expresivas de la pintura moderna de Van Gogh, Gauguin y Cézanne, que se exponían en esos años de su formación, en las galerías más atrevidas de París, pintando a menudo juntos, motivados por un fuerte espíritu de emulación, como se puede apreciar en los estudios de modelo desnudo, que trasmiten el ambiente del taller compartido.

A.partir de 1904 los fauves pasan temporadas, cada vez más largas, en la Costa Azul, donde, gracias a la luminosidad mediterránea y fascinados por ella, estos artistas se aplicaron al estudio de la incidencia de la luz sobre el color y aumentaron intensamente el tono de sus paletas. En el verano de 1905, periodo decisivo para el fovismo, Matisse y Derain se instalan en el pueblecito de Collioure, en donde Matisse, que estaba muy influido por Signac, estimulado por el ímpetu juvenil de Darain, encontró el camino para trabajar con una mayor libertad pictórica. Por su parte, Derain ganó confianza en su pintura gracias al apoyo de Matisse, que ya gozaba de una cierta reputación. Mientras tanto, Camoin, Manguin y Marquet recorrieron juntos distintos parajes de la zona, en donde produjeron paisajes de colores intensos y atrevidos, pero con menor libertad de ejecución que Matisse y Derain.
                                                                 Andre Derain

Vlaminck, por su parte, permaneció en Chatou, pintando en solitario paisajes vertiginosos de colores saturados, por lo que ha sido siempre considerado como el más fauve y probablemente, el único de estos artistas, al que la etiqueta de “fiera” le describe correctamente. De carácter jocoso e irreverente, su pintura se caracteriza por un uso poco convencional de los colores y por una pincelada efusiva e impetuosa, la más intensa y violenta del grupo.
           Maurice de Vlaminck

Octubre de 1905 fue una fecha decisiva para estos artistas, porque en la Sala VII del III Salon d’Automne, se exponen, -gracias a que Matisse formó parte del comité-, las obras de él mismo y de Camoin, Derain, Manguin, Marquet y Vlaminck, rodeando dos bustos del mármol blanco del escutor Albert Marque. El contraste entre la albura de los bustos y la fortísimas intensidad de las tonalidades de las pinturas, sugirió al crítico  Louis Vauxcelles la famosa frase de “Donatello chez les fauves”, (Donatello en casa de las fieras), de la que proviene el nombre que se da a estos artistas.

El resultado causó un auténtico revuelo, provocando un encendido debate entre los críticos favorables y los escandalizados, sin embargo el joven Braque quedó altamente impresionado por las pinturas de Matisse y Derain de forma que, a comienzos de 1906, el mimo George Braque, (1882-1963), junto a Raoul Dufy, (1877-1953), y Othon Friesz, (1879-1940), se incorporaron al grupo, renovando de forma brillante al movimiento

Y es que, en efecto, las obras que hoy resultan alegres y decorativas, hace ciento diez años y a un público que todavía estaba asimilando los avances de la pintura impresionista, parecieron salvajes y violentas, ya que aun comparadas con los postimpresionistas, el arte fauve posee una pureza y una inmediatez que, al día de hoy, sigue sorprendiendo, debido al resultado profuso e imprevisible y a la ausencia de las tradicionales reglas con que se practicaba la pintura.


El fauvismo no fue un movimiento homogéneo, sino más bien un encuentro entre varios jóvenes artistas independientes, unidos por unos fuerte vínculos de amistad y por la mismas preocupaciones sobre el devenir del arte. Su desarrollo fue tan brillante, como intenso. Tuvo una vida de poco más de dos años, pero su impacto fue extraordinario, porque su obra recogió el legado del neo y del post impresionismo, además de sentar las bases para otros movimientos de vanguardia, como el expresionismo y el cubismo, sirviendo de enlace entres las grandes manifestaciones artísticas de finales del XIX y de principios del XX.

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