Este académico correspondiente de
la Real Academia de las Bellas Artes y de las Ciencias Históricas de Toledo, es
un pintor hecho a sí mismo. Un artista con personalidad incuestionable en su obra.
El
toledano y vocacional Manuel de Gracia, (Mora de Toledo, 1937), es sin duda, en
esta postmodernidad del el arte, uno de los varios genuinos pintores españoles
representante del neo y post-impresionismo, cuyos paradigmas son guías seguras
para su hacer artístico, que desarrolla a su manera y, -como ya dijimos en
ocasión anterior-, lo que hace, lo hace bien.
De Gracia, por sus orígenes
toledanos, es pintor que vive de forma natural los colores puros y brillantes,
con los que expresa la luz de su caliente tierra. Raíz profunda de un tallo en
el que injertó, de forma sencilla y con ductilidad, las maneras impresionistas,
que prendieron con firmeza en su alma y en su genio de pintor.
En su diégesis artística,
destacan algunos hitos que acentúan su acendrada vocación y singular deriva
hacia lo que hoy constituye su propio canon impresionista: Cuando en 1963 viaja
a París, toma un primer contacto con el impresionismo; estilo que poco a poco
irá convirtiéndose en la masa crítica de su pintura, que hasta hoy le sostiene
con una convicción indestructible y una perseverancia constatada.
La luz y el dorado del Sol,
desbordan su alma de pintor y en 1973 gana el Premio África, que estaba pensionado
con una estancia en el Sahara, entonces español. Viaja después por Holanda,
Bélgica y recala en París en donde estudia en profundidad el total fenómeno impresionista, quedando
prendado del divisionismo de Pissarro, Seurat y Signac, que, a partir de ese
momento el pintor cultiva con una inteligencia y una técnica muy personales y
distinguibles.
En 1975, vuelve a España, con su
idea ya firme y muy bien pertrechado de sólidos conocimientos, con lo que
comienza el duro camino para dar a conocer su obra, de la manera más amplia. Obra
que en cada exposición va perfeccionando y tomando un carácter cada vez más
propio e identificable.
Nos reiteramos y afirmamos, al
decir que los paisajes de Manuel de Gracia son ascuas encendidas de luz y de
color; son dechados de poesía bordada con pinceladas sueltas que descomponen la
luz en sus infinitos tonos y matices, que en ocasiones toman modos fovistas, pues
hasta ahí llega el neo post-impresionismo de Manuel de Gracia.
Nota: Manuel de Gracia falleció en Octubre de 2017, a los pocos meses de haberse escrito esta reseña
BENITO
DE DIEGO GONZALEZ
Miembro
de las Asociaciones Internacional,
Española
y Madrileña de Críticos de Arte
16/07/2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario