lunes, 20 de noviembre de 2017

168.07* MANUEL DE GRACIA . ANSORENA . GALERÍA DE ARTE . Alcalá, 52.Madrid




Este académico correspondiente de la Real Academia de las Bellas Artes y de las Ciencias Históricas de Toledo, es un pintor hecho a sí mismo. Un artista con personalidad incuestionable en su obra.


El toledano y vocacional Manuel de Gracia, (Mora de Toledo, 1937), es sin duda, en esta postmodernidad del el arte, uno de los varios genuinos pintores españoles representante del neo y post-impresionismo, cuyos paradigmas son guías seguras para su hacer artístico, que desarrolla a su manera y, -como ya dijimos en ocasión anterior-, lo que hace, lo hace bien.

De Gracia, por sus orígenes toledanos, es pintor que vive de forma natural los colores puros y brillantes, con los que expresa la luz de su caliente tierra. Raíz profunda de un tallo en el que injertó, de forma sencilla y con ductilidad, las maneras impresionistas, que prendieron con firmeza en su alma y en su genio de pintor.


En su diégesis artística, destacan algunos hitos que acentúan su acendrada vocación y singular deriva hacia lo que hoy constituye su propio canon impresionista: Cuando en 1963 viaja a París, toma un primer contacto con el impresionismo; estilo que poco a poco irá convirtiéndose en la masa crítica de su pintura, que hasta hoy le sostiene con una convicción indestructible y una perseverancia constatada.

La luz y el dorado del Sol, desbordan su alma de pintor y en 1973 gana el Premio África, que estaba pensionado con una estancia en el Sahara, entonces español. Viaja después por Holanda, Bélgica y recala en París en donde estudia en profundidad  el total fenómeno impresionista, quedando prendado del divisionismo de Pissarro, Seurat y Signac, que, a partir de ese momento el pintor cultiva con una inteligencia y una técnica muy personales y distinguibles.

En 1975, vuelve a España, con su idea ya firme y muy bien pertrechado de sólidos conocimientos, con lo que comienza el duro camino para dar a conocer su obra, de la manera más amplia. Obra que en cada exposición va perfeccionando y tomando un carácter cada vez más propio e identificable.

Nos reiteramos y afirmamos, al decir que los paisajes de Manuel de Gracia son ascuas encendidas de luz y de color; son dechados de poesía bordada con pinceladas sueltas que descomponen la luz en sus infinitos tonos y matices, que en ocasiones toman modos fovistas, pues hasta ahí llega el neo post-impresionismo de Manuel de Gracia.

 Nota: Manuel de Gracia falleció en Octubre de 2017, a los pocos meses de haberse escrito esta reseña


BENITO DE DIEGO GONZALEZ
Miembro de las Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte

16/07/2017

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