El pintor Enrique Sánchez Collado, (Villa del Río, Córdoba, 1974), acumula en su persona mucho conocimiento sobre la pintura universal y un talento innato para el ejercicio de este arte.
Vocación
a la pintura, connatural solercia,
aumentada con el desarrollo del ejercicio del arte, es lo que le permite
pintar con precisión aquello que quiere expresar y que reposa en el universo de
sus ideas, como un sentimiento profundo que pugna por materializarse en la
pulsión a pintarlo.
Con
sólida formación, adquirida en la Facultad de Bellas Artes de Santa Isabel de
Hungría sevillana y como docente de Educación Artística en la Facultad de
Ciencias de la Educación de Córdoba, este artista lo demuestra en sus cuadros
de mujeres, que expone, bajo el título de “Miradas”, en el madrileño Centro
Cultural Nicolás Salmerón.
En
todos y cada uno de estos cuadros se descubre un rico sincretismo estilístico,
que se concreta en unas obras singulares, expresiones de una rica personalidad
característica y singular, que dota a la obra de Sánchez Collado de una peculiaridad irrefutable, que le hace muy
reconocible, por la sencillez de sus composiciones, la parvedad de su paleta y
la serenidad de las miradas.
Se
descubre en sus figuras femeninas el hieratismo que singulariza la pintura
hispano-flamenca del quince. Los rostros y ropajes exhalan un hálito inclusivo de
las mujeres de Modigliani. Acaso ¿No hay, en las miradas, algo del misterio de los ojos de la “mujer
morena” de su coterráneo cordobés Julio Romero? De otra parte, se atisba la
huella que su paisano, el pintor de la Escuela de Madrid, Pedro Bueno, ha
dejado en su paleta y en los fondos neutros de sus retratos.
Este
eclecticismo sintético dota de una singular
personalidad a esta pintura, que es consecuencia lógica del proceso de economía
de las formas que aplica Sánchez Collado en su diégesis creativa, buscando en sus figuras la expresión esencial,
retirando de las mismas todo elemento accesorio, que pueda distraer la atención
de lo fundamental, de lo emocionante, de lo poético que está en las miradas.
Así
las formas se simplifican, en una acción de supresión radical, y es el color el
que se enseñorea de la obra, haciendo suyo el pensamiento de Hans Hoffmann, de
que “el talento de simplificar significa eliminar lo innecesario para que así
pueda hablar lo necesario”.
Y
este es el caso de Sánchez Collado., que hace suyo la proposición de alcanzar efectos máximos empleando medios mínimos, que Josef
Albert enunció y puso en valor a través de toda su vida artística.
BENITO
DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro
de la Asociaciones Internacional,
Española
y Madrileña de Críticos de Arte
12/10/2017
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