lunes, 20 de noviembre de 2017

169.09* ENRIQUE SÁNCHEZ COLLADO . MIRADAS . C. C. NICOLÁS SALMERÓN. Mantuano, 51. Madrid




El pintor Enrique Sánchez Collado, (Villa del Río, Córdoba, 1974), acumula en su persona mucho conocimiento sobre la pintura universal y un talento innato para el ejercicio de este arte.


Vocación a la pintura, connatural solercia,  aumentada con el desarrollo del ejercicio del arte, es lo que le permite pintar con precisión aquello que quiere expresar y que reposa en el universo de sus ideas, como un sentimiento profundo que pugna por materializarse en la pulsión a pintarlo.

Con sólida formación, adquirida en la Facultad de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría sevillana y como docente de Educación Artística en la Facultad de Ciencias de la Educación de Córdoba, este artista lo demuestra en sus cuadros de mujeres, que expone, bajo el título de “Miradas”, en el madrileño Centro Cultural Nicolás Salmerón.

En todos y cada uno de estos cuadros se descubre un rico sincretismo estilístico, que se concreta en unas obras singulares, expresiones de una rica personalidad característica y singular, que dota a la obra de Sánchez Collado de una  peculiaridad irrefutable, que le hace muy reconocible, por la sencillez de sus composiciones, la parvedad de su paleta y la serenidad de las miradas.

Se descubre en sus figuras femeninas el hieratismo que singulariza la pintura hispano-flamenca del quince. Los rostros y ropajes exhalan un hálito inclusivo de las mujeres de Modigliani. Acaso ¿No hay, en las miradas,  algo del misterio de los ojos de la “mujer morena” de su coterráneo cordobés Julio Romero? De otra parte, se atisba la huella que su paisano, el pintor de la Escuela de Madrid, Pedro Bueno, ha dejado en su paleta y en los fondos neutros de sus retratos.

Este eclecticismo sintético  dota de una singular personalidad a esta pintura, que es consecuencia lógica del proceso de economía de las formas que aplica Sánchez Collado en su diégesis creativa,  buscando en sus figuras la expresión esencial, retirando de las mismas todo elemento accesorio, que pueda distraer la atención de lo fundamental, de lo emocionante, de lo poético que está en las miradas.

Así las formas se simplifican, en una acción de supresión radical, y es el color el que se enseñorea de la obra, haciendo suyo el pensamiento de Hans Hoffmann, de que “el talento de simplificar significa eliminar lo innecesario para que así pueda hablar lo necesario”.

Y este es el caso de Sánchez Collado., que hace suyo la proposición de alcanzar  efectos máximos empleando medios mínimos, que Josef Albert enunció y puso en valor a través de toda su vida artística.



BENITO DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro de la Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte

12/10/2017

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