jueves, 12 de septiembre de 2019

199 05* LEO WELLMAR . LAND . GALERIA MY NAME’S LOLITA ART. Almadén, 12. Madrid




En los cuadros de la pintora Leo Wellmar, (Estocolmo, 1965), destaca como elemento diacrítico la ausencia de vibración en sus imágenes, pero, sin embargo, no están exentos de la energía que dimana de su plenitud plástica.


En efecto, están todos ellos invadidos de la serenidad que deriva de la planitud y la homogeneidad, de los tonos fríos y grises de la intencionadamente reducida escala cromática, que acola con la percepción que se tiene de la coloración de los parajes nórdicos, en donde la luz es difusa y fría, que produce tenues sombras, cuando, dado el caso, estas existen.

Nada se mueve en ellos, son como instantáneas que se prolongan en la eternidad. En ellas, los árboles son masas inertes de colores grises, con lo que la artista consigue  acabadas y muy cuidadas composiciones, de enorme plasticidad, en los que los árboles y plantas reflejados en la quietud del agua, se reproducen en idénticas imágenes especulares.

La obra que Leo Wellmar presenta en esta exposición, está vinculada a una personal diégesis emocional y conceptual. Un proceso que tiene por finalidad la captación de la realidad desde la emoción, en un intento de, bajo la percepción subjetiva de los paisajes, plasmar en la mímesis pictórica el arquetipo de su idea, es decir, la representación de su paisaje, como concepto plástico con valor universal.

La pintura de Leo Wellmar apela directamente al espíritu que se mueve por las emociones, puesto que de su espíritu y de su subjetividad emana, toda vez que en sus composiciones la artista omite o acentúa los detalles que no le son válidos en su proceso heurístico y consigue plasmar y transmitir el verdadero significado de la realidad observada y trasladada al lienzo.

Porque para la artista lo importante no es la descripción mimética de la realidad en todas sus particularidades, “sino la representación de lo “esencial”, teniendo a la realidad concreta aceptada como punto de partida”, según señala Kerstin Streemmel, en su ensayo sobre el realismo en la pintura. Y esto lo consigue esta artista que define a los frutos de su trabajo como “paisajes imaginarios e ilocalizables”.

Su obra, como se ha dicho, “es, en definitiva, el argumento perfecto para profundizar en el campo conceptual de los estados lumínicos. Variaciones  conceptuales, imaginarias, de paisajes inalcanzables, que se precipitan en figuraciones formales reconocibles”, como muestran todos y cada uno de los cuadros de esta colección.

Los valores artísticos de los cuadros de Leo Wellmar están muy acordes con los de esta postmodernidad, pero están fuertemente arraigados en el espíritu del romanticismo y sus principios, entre los que destacan la exaltación del individualismo, que tiene como corolario el subjetivismo; el amor a la naturaleza y el predominio de las emociones sobre la razón. Por todo ello bien pueden adjetivarse a sus obras como románticas, lo que las aproximan al gran público, que da a la palabra romanticismo una acepción que la identifica con la poesía y la emotividad.



BENITO DE DIEGO GONZALEZ
Miembro de las Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte.
19/05/2019



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