domingo, 19 de abril de 2020

110.12* JUAN LUQUE . ANTES QUE EL VIENTO LO ARRASE TODO . GALERIA DE ARTE ANSORENA . Alcalá, 52. Madrid





Juan Luque, (Montilla, 1964), artista andaluz y cordobés, de donde el vino se hace luz y cante, en esta su cuarta exposición en Ansorena, bajo el explicativo título de “Antes de que el viento lo arrase todo”,  presenta una colección de obras, en las que el frio y brumoso viento se enseñorea del ánima, invadida por el incierto manto de la melancolía que emana de lo inevitable.  


Se da la paradoja de que, proviniendo el artista de tierras luminosas y calientes, su pintura sea la expresión exegética del frío. Paradoja que reposa en lo hondo de la psicología y la idiosincrasia de Juan Luque.

Porque, en efecto, sus cuadros de faros y refugios costeros y, aún, sus carpas de circo son el epítome de un medio en el que reinan el aire y el viento gélidos, sin un ápice de rayo de Sol que le preste una brizna del calor que de su luz dimana. Así lo muestra en esta colección, que recoge obras basadas en la arquitectura, el misterio y el simbolismo.

Los cuadros de Juan Luque son la expresión de una poética de la soledad que recoge y golpea el alma. Todo es umbría y bruma. Y viento frío. Y soledad, aunque estén habitadas la carpa o la apartada casa abandonada.

Y es que soledad y frío son, casi siempre, sinónimos, pero en la pintura de Juan Luque se hermanan con la rotundidad de dos gemelos unidos, abrazados por las quedejas de bruma: Se hacen inseparables, sin que logremos discernir cuál de los dos más nos interpela, lo que el artista consigue con el magistral empleo de gamas de colores grises y fríos que emergen de un juego de veladuras y raspados, sobre lino en tabla o en tabla directamente, trabajando con óleo, pero también con resinas y otros materiales, que va aplicando y retirando; todo ello deja un poso germinal, que es , más que visto, intuido por el espectador, que queda atrapado.

La obra de este pintor se desarrolla por los caminos de la figuración realista, muy alejada del realismo mimético y tiene su origen, según palabras del propio autor, en “una mirada interior” de la que procede el posterior “flujo entre mi yo y los colores y las texturas”, que finalmente se materializa en una pintura muy matizada y de belleza incuestionable que nos llena de sugerencias y emociones. Nos abren camino hacia nuestro interior.

El lenguaje pictórico de Juan Luque puede encontrar parangones,  pero su grande y distinguible personalidad y el recurso técnico de los raspados y las veladuras, que Luque emplea de forma magistral, diferencian  intelectual y plásticamente sus obras dotadas de una personalidad diferenciada y muy potente., que las hace absolutamente reconocibles.





BENITO DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro de la Asociación Española
y de la Madrileña de Críticos de Arte
03/12/2019


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